“‘Casados por 3 años, durmiendo separados durante 30 meses’: Hay un tipo de hombre que, aunque te quiera, no deberías casarte con él.”

Lan lleva tres años de casada, lo que debería ser la etapa culminante de su matrimonio, pero ahora vive todos los días agotada, sufriendo tanto físicamente como emocionalmente.

Cada día se despierta y va a trabajar como una máquina. Cocina, lava, cuida al niño… así pasan sus días.

Lo único que le da algo de consuelo es ver a su pequeño hijo cuando llega a casa.

Con su esposo, Lan ya no siente amor, solo una profunda decepción. Aunque llevan mucho tiempo casados, viven juntos bajo el mismo techo, pero casi como extraños.

Ante los demás, su esposo siempre muestra una imagen perfecta, todos dicen que Lan tiene suerte. Pero cuando la puerta de su casa se cierra, su esposo se convierte en una persona completamente diferente, muy distante con ella, casi sin hablarle.

Lan ha intentado hablar con él en varias ocasiones, pero su esposo no le presta atención, no se interesa en iniciar una conversación.

Frente a esta situación, Lan ya está muy cansada. Al principio, pensó que era el carácter de su esposo, pero luego se dio cuenta de que solo se estaba engañando a sí misma.

Recuerda que cuando recién se casaron, su esposo la mimaba y la quería mucho. Pero después de tener hijos, su esposo propuso dormir en habitaciones separadas.

Al principio, Lan pensó que su esposo lo hacía por el bien de ella y el niño. Sin embargo, incluso cuando su hijo ya era mayor, él seguía pidiendo dormir solo. Lan le pidió varias veces que durmiera en la misma habitación, pero él siempre la rechazaba fríamente, diciendo: “Ya estoy acostumbrado a dormir solo. Si estás cerca, no puedo dormir.”

Lan se siente profundamente herida. Ha intentado todo, pero no ha podido cambiar a su esposo. Durante años ha querido divorciarse, pero por el niño y por la imagen de la familia, no se ha atrevido a tomar una decisión. Aún lo ama, pero no sabe si él todavía la ama a ella. No entiende por qué está tan distante, por qué es tan insensible.

Después de tantos años de matrimonio y aún durmiendo por separado… ¿cuánto más podrá mantener Lan este matrimonio?

La historia de Lan es probablemente la historia de muchas mujeres hoy en día.

Cuando se enfrenta al matrimonio, las mujeres entienden que hay un tipo de hombre, aunque te quiera, que no deberías casarte con él.

El matrimonio es una de las partes más importantes en la vida de una mujer. Cada mujer lo valora profundamente y lo coloca en el lugar más alto de su vida. Lo que las mujeres desean es tener un matrimonio feliz.

Pero si incluso con necesidades simples como la comunicación y el cuidado diario, el esposo no puede brindarle a la esposa lo que necesita, uno debe preguntarse si ese matrimonio debería continuar. Algunas mujeres, aunque ya casadas, no disfrutan de las alegrías ni la satisfacción que el matrimonio debería traer. Desde el inicio de su relación, se han sumido en una decepción constante y una angustia interminable.

Se suele aconsejar a las mujeres que eviten casarse con hombres infieles o abusivos. Sin embargo, hay un tipo de hombre que también tortura a las mujeres de manera similar al esposo de Lan: él no es infiel ni abusivo, pero es completamente insensible, no quiere comunicarse ni preocuparse por los sentimientos emocionales de su esposa.

Vivir en una familia en la que el hombre no es infiel ni abusivo, pero es insensible, es una tortura lenta y silenciosa para la mujer. A simple vista, esa familia parece ser tranquila, sin conflictos o grandes problemas. Pero en su interior, la esposa vive una soledad persistente, como si estuviera existiendo en un espacio común pero completamente abandonada.

Cuando el esposo es insensible, la mujer suele sentirse incomprendida y no escuchada. Las pequeñas historias que quiere compartir, las alegrías sencillas o las tristezas ocultas, se vuelven insignificantes porque su esposo no responde. El silencio no solo vacía la casa, sino que también profundiza la distancia entre los dos. Ella no necesita regalos lujosos ni palabras dulces vacías, solo necesita una mirada atenta, una pregunta interesada o una palabra de aliento simple. Pero todas esas cosas parecen ser un lujo.

Lo más doloroso es que, en medio de ese silencio, ella no sabe a quién culpar. Su esposo no hace nada realmente malo, pero tampoco hace nada que la haga sentir verdaderamente importante. Ella intenta acercarse, pero cada vez que lo intenta, la indiferencia o la evasión de él la alejan más.

No puede quejarse ni protestar, porque ante los demás sigue teniendo una “familia perfecta”. Pero en su corazón, se siente como una sombra, pasando por los días sin poder sentir el calor del amor o la solidaridad.