El asesinato de Víctor Iturbe, conocido como “El Pirulí”, en 1987 conmocionó a México y dejó una serie de preguntas sin respuestas. Este trágico suceso, que ocurrió en la madrugada del 29 de noviembre, marcó no solo el final de la vida de uno de los cantantes más queridos de la música mexicana, sino también el comienzo de una investigación plagada de misterio, intriga y especulaciones. Entre los nombres que surgieron durante la investigación, el de Jorge Vargas, un actor y cantante mexicano, se destacó, lo que provocó una serie de rumores y sospechas que lo vincularon al crimen.

Jorge Vargas nació en Aguascalientes, México, en una familia con una rica tradición en el mundo del entretenimiento. Su carrera artística comenzó desde temprana edad, debutando a los seis años en la película El precio de la gloria. A lo largo de los años, se convirtió en una figura central en la televisión mexicana, participando en telenovelas populares como Más fuertes que tu amor y La cruz de Marisa Cruces. Además de su trabajo en televisión, Vargas también destacó en el cine y la música, lo que le permitió construir una exitosa carrera que lo consolidó como una figura respetada en el mundo del entretenimiento.

Sin embargo, la vida de Vargas tomaría un giro inesperado con el asesinato de El Pirulí. A pesar de no haber evidencia concreta que lo vinculara al crimen, su nombre comenzó a circular entre los sospechosos. Algunos informes sugerían que existían tensiones personales y conflictos financieros entre ambos, lo que alimentó las especulaciones de que Vargas podría estar involucrado en el asesinato. La investigación rápidamente se centró en la vida personal y profesional de El Pirulí, un hombre cuyas disputas comerciales y problemas financieros con socios y trabajadores parecían estar relacionados con su muerte. En medio de este caos, las conexiones de Vargas con algunos de estos individuos y la creciente rivalidad entre él y El Pirulí lo pusieron en el ojo del huracán.

La noche del asesinato, El Pirulí se encontraba en su hogar en la zona residencial de Arboledas, Atizapán de Zaragoza. Estaba en pijama, disfrutando de una noche tranquila, cuando un grupo de sicarios irrumpió en su casa y le disparó en varias ocasiones. La investigación inicial reveló que el crimen fue llevado a cabo por profesionales, probablemente contratados por motivos de venganza. A medida que la policía profundizaba en los asuntos financieros de El Pirulí, comenzaron a descubrir que el cantante había estado involucrado en una serie de disputas comerciales, incluidas tensiones con socios de su negocio inmobiliario y su rancho en Puerto Vallarta. Estas disputas daban pie a la posibilidad de que el asesinato fuera una represalia relacionada con deudas o conflictos de interés.

A pesar de que no se encontró evidencia que vinculara directamente a Jorge Vargas con el crimen, las sospechas persistieron. Rumores sobre su implicación circulaban con fuerza, en parte debido a sus conexiones con los negocios de El Pirulí. Los medios de comunicación y la opinión pública comenzaron a cuestionar su papel en el asesinato, lo que convirtió a Vargas en un objetivo de la investigación. Sin embargo, la policía no logró encontrar pruebas que corroboraran estas especulaciones, lo que dejó la situación aún más enrarecida.

Uno de los aspectos más enigmáticos de la investigación fue la extraña llamada telefónica que recibió Fernando Aranda, el secretario personal de El Pirulí, pocos días después del asesinato. Una voz misteriosa pronunció la palabra “muerto”, lo que agregó una capa más de incertidumbre al caso. A pesar de este macabro mensaje, las pistas sobre el asesinato seguían siendo limitadas, lo que llevó a la policía a explorar diversas teorías, incluida una que sugería que el crimen fue motivado por un romance secreto de El Pirulí con una mujer casada con un hombre vinculado a la mafia.

A medida que avanzaba la investigación, emergieron más interrogantes. La familia de El Pirulí, especialmente su esposa, fue señalada por obstruir el acceso a documentos clave, como el testamento del cantante. Esto alimentó las sospechas de que algo oscuro se estaba ocultando, ya que la falta de cooperación de la familia dificultó aún más el esclarecimiento de la verdad.

En resumen, el asesinato de Víctor Iturbe, El Pirulí, sigue siendo uno de los casos más misteriosos en la historia del entretenimiento mexicano. La implicación de Jorge Vargas, aunque nunca confirmada, dejó una marca indeleble en su carrera y en la memoria colectiva del país. A pesar de los avances en la investigación, el caso sigue envuelto en sombras, con la verdad aún fuera del alcance de la justicia.