Alquilé una vieja cabaña de AirBNB en el bosque de la Dark Web. ¡En el sótano encontré a mi abuela muerta!

Siempre he sido una persona curiosa, y después de meses de estrés laboral, decidí que necesitaba un descanso. Buscando una escapatoria tranquila, llegué a una página en la Dark Web que ofrecía cabañas aisladas en lugares remotos, supuestamente perfectas para desconectar del mundo. Lo que me llamó la atención fue una cabaña en particular: estaba ubicada en un bosque denso y apartado, sin vecinos cerca, algo que me pareció ideal para reflexionar y descansar en paz. La oferta era increíblemente barata, y como tenía excelentes reseñas (aunque algo extrañas), decidí reservarla sin pensarlo demasiado.

Cuando llegué, el lugar parecía sacado de una película de terror: la cabaña, antigua y cubierta por musgo, se alzaba entre árboles torcidos y nublados. No había señal de teléfono, ni rastro de otras personas. Pero la tranquilidad, aunque desconcertante, me agradaba. Me instalé y pronto me sentí en paz, rodeado de la naturaleza.

La primera noche, sin embargo, algo extraño sucedió. Mientras exploraba la cabaña, noté que el sótano tenía una puerta cerrada con una extraña cadena. No pude evitar la tentación de ver qué había allí abajo. Con una linterna en mano, bajé por las escaleras crujientes. Al principio, solo vi cajas viejas, muebles cubiertos de polvo, y un aire a humedad. Pero lo que encontré al final me heló la sangre.

En un rincón oscuro, entre las sombras, estaba una figura. Mi corazón dio un vuelco cuando reconocí el rostro de mi abuela, quien había muerto años antes, en circunstancias extrañas. Pero allí estaba, inmóvil, en una vieja mecedora. Su piel había adquirido un tono gris y pálido, y sus ojos, completamente vacíos, me miraban fijamente, como si me estuviera esperando.

Grité, pero no había nadie cerca. Intenté correr hacia la salida, pero algo me impedía moverme. Como si una fuerza invisible me retuviera en ese sótano oscuro. La linterna se apagó y las sombras parecían cobrar vida, moviéndose de una manera que no podía comprender. Fue entonces cuando escuché su voz, suave pero clara, susurrando mi nombre: “No debiste venir”.

Desesperado, corrí hacia la puerta del sótano, pero ya no estaba. El lugar había cambiado. Parecía más antiguo, más desgastado. Con dificultad, logré salir de la cabaña y huí, sin mirar atrás.

No sé cómo explicarlo, pero algo en esa cabaña estaba mal, como si el tiempo y la muerte se entrelazaran de una manera retorcida. Lo único que sé es que nunca volveré a confiar en ofertas de AirBNB, ni en lo que la Dark Web tiene para ofrecer.