En las últimas semanas, ha quedado claro que Harry y Meghan Markle están llevando vidas separadas, tanto en lo personal como en sus compromisos laborales. Mientras Harry se aventura por el mundo, desde Nueva York hasta África y Londres, Meghan se ha hecho notar por su presencia en eventos como una gala benéfica en Los Ángeles, donde deslumbró con un vestido rojo que había lucido anteriormente junto a Harry. Ambos parecen haber decidido que, al menos en este momento, es mejor seguir adelante con sus respectivas trayectorias de manera independiente.

La situación actual refleja un cambio en la dinámica de su relación. Harry ha expresado sentirse como un “accesorio” en algunos viajes, como los realizados a Colombia y Nigeria, donde Meghan asumió el papel dominante. Este deseo de “expandir sus alas” lo ha llevado a enfocarse en causas benéficas en las que está involucrado, como World Child en Londres y Sentebale en África. Mientras tanto, Meghan se centra en su proyecto American Riviera, una empresa comercial asociada con Netflix.

No obstante, ambos son conscientes de que su papel en la familia real británica sigue siendo significativo, ya que sus hijos, Archie y Lilibet, están en la línea de sucesión. Sin embargo, su relación con la familia real parece ser cada vez más tensa, lo que añade otra capa de complejidad a su situación. Hay informes de desacuerdos sobre la privacidad de sus hijos y cómo deben ser percibidos por el público.

Las especulaciones sobre una posible separación han comenzado a circular, y aunque sería un escenario complicado, Harry y Meghan se encuentran en un punto en el que sus caminos podrían divergir aún más. Ambos parecen tener claro que, al menos por ahora, seguir por separado podría ser la mejor estrategia para avanzar en sus respectivas vidas y carreras, dejando abierta la posibilidad de futuros encuentros, pero siempre bajo términos que se alineen con sus nuevos caminos.