A sus 52 años, la actriz y cantante sigue siendo uno de los iconos dominantes de la cultura pop. Ahora estrena la comedia romántica Cásate conmigo, y los paralelismos con su vida privada (y su relación con Ben Affleck) son inevitables…

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Hay formas y formas de hacer una entrevista por Zoom. Y Jennifer Lopez (Nueva York, 1969) no sería el inmenso icono que es si no cuidara todos los detalles de su imagen pública. Sentada en un elegante sofá esquinero plagado de cojines rosas, el rincón elegido para la videollamada es pura sofisticación. Ella, colocada estratégicamente en el centro, luce un vestido vaporoso sin mangas en color crema, el pelo recogido en un moño tirante, el maquillaje suave, realzando su impresionante belleza.

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Es, como adelanta su reputación de profesional consumada, extremadamente amable, sonriente y simpática. Incluso a 11.000 kilómetros de distancia. Está promocionando Cásate conmigo (estreno, 25 de febrero), una comedia romántica que protagoniza, produce y en la que, además, canta. La debilidad de Lopez por el género no es ningún secreto. «Me encantan las comedias románticas, siempre me ha gustado hacerlas. Antes, en los 90 y a principios de los 2000, se hacían muchas más y, quizá por eso, siento que debo recuperarlas para la siguiente generación».

En la cinta, da vida a Kat Valdez, una famosa cantante y actriz, a la que su novio (otra estrella interpretada por Maluma) deja plantada en el altar del Madison Square Garden, donde su boda iba a retransmitirse en streaming a todo el mundo. No es un papel cualquiera para ella. «He volcado todo lo que soy en este personaje. En los momentos más emocionales y vulnerables me tenía que decir a mí misma: «Es tu vida, sabes lo que es y lo que se siente, lo que significa ser actriz y cantante, lo que supone crear una marca y vivir con ese tipo de celebridad moderna. Simplemente tuve que permitirme a mí misma ser tan honesta como fuera posible».

Mostrando, por ejemplo, la cara oculta de la fama que, para ella, a menudo ha venido acompañada de un profundo sentimiento de soledad. «Es muy común en esta profesión. Yo la he sentido muchísimas veces. Especialmente al inicio de mi carrera. Aunque siempre hay mucha gente a tu alrededor, no ven a la persona que eres, sino la imagen de lo que tú significas para ellos. Puede ser una vida muy solitaria. Es algo que los demás no lo ven, porque siempre estás rodeada de gente, en fiestas, en los mejores restaurantes, pero la vida no es así. Es justo lo contrario a eso».

La vida ocurre a puerta cerrada. Y sin embargo, su intimidad, como la de su personaje en la película, siempre se ha tratado como una mercancía. «Sé exactamente lo que significa ese tipo de escrutinio público sobre tu intimidad. Sé lo que es caerte ante un estadio lleno de gente y lo que es subirte a un escenario después de una ruptura, tener que ir a un programa de televisión o un rodaje al día siguiente sin que nadie se entere de lo que estás sufriendo. Forma parte de lo que es ser artista. No siempre tienes un buen día, pero tienes que salir y poner tu mejor cara. Esta película es como mirar entre bambalinas de la cultura de la celebridad».

Es cierto, su vida privada siempre ha dado juego. Casada y divorciada en tres ocasiones (con el camarero cubano Ojani Noa, el bailarín Cris Judd y el cantante puertorriqueño Marc Anthony), Lopez, una romántica empedernida y confesa, siempre ha paseado sus relaciones por las alfombras rojas: con el rapero Puff Daddy, el bailarín Casper Smart, el jugador de beisbol Alex Rodríguez y, por supuesto, con Ben Affleck. A partir de aquí, hay que leer a Lopez entre líneas. Está hablando de su nueva película y, al mismo tiempo, estableciendo paralelismos con una relación que hace unos meses regresó a todas las portadas: su reencuentro, 17 años después de su ruptura, con el actor y director Ben Affleck.

Jennifer López y Ben Affleck se han dado una segunda oportunidad 17 años después de su ruptura. / GETTY IMAGES

La historia de amor, como todo el mundo sabe, es épica: en 2004, después de protagonizar un mediático romance con videoclips, compromisos matrimoniales y espectaculares anillos de diamantes, la pareja rompía sucumbiendo a la presión mediática y sin ofrecer una explicación demasiado convincente. Tras sus respectivos matrimonios, divorcios e hijos, que volvieran a ser pareja se convirtió en la bomba informativa de la pasada primavera. Desde entonces, la actriz apenas se ha pronunciado acerca de esta relación. Por eso sabe que cualquier cosa que diga será escrutado y analizado.

Con la excusa del argumento de la película (después de ser engañada por su novio, la protagonista inicia un accidentado matrimonio con un anónimo profesor de instituto interpretado por Owen Wilson), es inevitable tratar de tirarle un poco de la lengua, aunque sea con sutileza. ¿Por qué nos fascinan tanto las segundas oportunidades? Lopez sonríe, se detiene un momento y dice con cautela, pero sin esquivar la pregunta: «Creo que es porque la mayoría de la gente no las tiene. En la vida, las segundas oportunidades son raras y escasas. Siempre esperas poder tener alguna, aunque tienes suerte si te llega siquiera la primera, así que imagínate disfrutar de una segunda oportunidad. Realmente es un milagro».

Pero hay más munición. También entre líneas. Esta vez, en forma de canción. On my way, interpretada por Lopez, es el tema principal de la película y el favorito de la actriz. Habla de cómo los errores y las relaciones fallidas forman parte del camino sentimental de todas las personas: «Cada desamor era un camino de baldosas amarillas que me llevaba directamente a casa. Nunca me perdí, solo estaba de camino, de camino hacia ti». De nuevo, es fácil señalar las conexiones con su propia historia de amor.

Jennifer López con el look de Ralph Lauren con el que la artista conquistó la Met Gala de 2021.

Ella no lo oculta, aunque evita los nombres propios como principio de precaución. «Me encanta esta canción. Los errores son todas las lecciones que tenías que aprender para llegar adonde estás. Yo me identifico con eso a un nivel muy personal. Y creo que a la mayoría de las personas les pasa lo mismo. Somos humanos y cometemos errores. Y desde luego, cometemos errores en nuestras vidas privadas y en nuestras relaciones».

Se detiene un momento y añade: «Te suelen decir que ser actriz, construir una carrera, criar a tus hijos será difícil. Y es cierto. Todas esas cosas son muy difíciles. Pero nadie te dice que la cosa más difícil que harás en tu vida será tener una relación con otra persona. Aprender a confiar, a tener intimidad, a ser tú misma con otra persona. Es lo más difícil de todo. Porque en eso consiste realmente todo esto: en ser capaz de dejar que alguien entre en tu vida, de quererle y dejar que te quiera». Pero por más fascinación que despierte su vida privada, Jennifer Lopez es mucho más interesante por sus logros profesionales que por sus relaciones personales.

Jennifer López en Los Ángeles, el pasado 15 de enero, con su hija Emme Maribel Muñiz. Los mellizos Emme y Max nacieron hace 13 años y su padre es el artista Marc Anthony. / GETTY IMAGES

Ha contado que su primer trabajo, en el barrio neoyorquino del Bronx donde creció, consistía en barrer los suelos de la peluquería de una amiga de su madre y que los 10 dólares que ganaba le descubrieron una maravillosa sensación de independencia que siempre ha perseguido desde entonces. Abrirse camino en el mundo de la interpretación fue mucho más difícil, claro. En aquella época, ningún productor quería apostar por una actriz de origen puertorriqueño para encabezar una película comercial, pero en 1997 ella desmontó el paradigma convirtiéndose en la primera actriz latina en ganar un millón de dólares por su papel protagonista en Selena. Hollywood, evidentemente, ha cambiado mucho desde entonces. Sobre todo, en los últimos cinco años.

Y Jennifer Lopez, que lleva toda su carrera encabezando la lucha a favor de la diversidad en la industria, no juega a la falsa modestia ni le resta importancia a su contribución. «Cuando empecé, que una chica latina fuera la protagonista de una película era imposible. Pero incluso entonces, yo pensaba: «¿Por qué no? ¿Por qué no puedo ser la protagonista de Planes de boda? ¿Por qué Selena no puede ser una película mainstream?. Poco a poco hemos ido abriendo ese camino. Y ahora estamos viendo los resultados. No es perfecto, claro que no, pero al menos existe una conciencia y una responsabilidad. Y esa ya es una pequeña victoria en sí misma», explica.

Jennifer López es conocida por su gran disciplina y por su ética de trabajo. / GETTY IMAGES

Famosa por su férrea disciplina y por su ética de trabajo, la actriz, cantante y empresaria se ha forjado una de las mejores reputaciones de la industria. Nadie discute que es una trabajadora nata. De hecho, las películas (más de 30) solo son una parte de un imperio en permanente expansión. Para repasarlo hay que coger aire: ocho discos, más de 40 singles, dos giras mundiales, una actuación en la Super Bowl, una marca de productos para la piel (JLo Beauty), otra de zapatos, una residencia en Las Vegas, cinco temporadas como jueza del concurso American Idol, una productora, 29 fragancias con su nombre, una fundación… “

«Todo lo que consiste en crear algo desde la nada, sea una marca de cosmética o una línea de zapatos, me encanta. Porque son marcas que represento siendo simplemente yo misma», dice sobre sus aventuras empresariales. Pero su ambición tiene otro secreto. «Nunca me pongo límites. Jamás digo: «Hago esto, pero lo otro no». Tampoco: «Ya montará esa empresa otra persona». No. ¿Por qué no voy a hacerlo yo? Se trata de no encasillarte, permitirte soñar y hacer las cosas que sientes que están a tu alcance ¿Es demasiado a veces? Desde luego. A menudo es una locura. Por eso, ahora que me he dado cuenta de que no tengo límites, tengo que decirme a mí misma: «Vale, no los tienes, pero tienes que hacer las cosas bien». Quiero asegurarme de que lo que hago tenga una calidad que refleje mi experiencia».

Ella sigue sin ponerse límites. «Me encantaría trabajar con Almodóvar o con cualquier director español, porque hay muchos que me gustan. Rodar una película en español sería un reto gigantesco, pero me encantaría. ¿Quién sabe? Quizá algún día…». Sin embargo, más allá de las cortesías y las diplomacias de rigor, lo último que busca ahora es complicarse más la vida. Es su particular lección pandémica.

«Mis prioridades han dado un giro en estos dos años. Antes de la pandemia, estaba metida en una rueda, como los hámsteres: trabajo, trabajo y más trabajo.

Estar un año entero en casa con mis hijos, algo que no había hecho nunca, me ha servido para darme cuenta de lo que realmente quiero.

Estaba atrapada en las responsabilidades de ser una madre soltera, de asegurarme de que mi familia tuviera todo lo que necesitaba, de estar satisfecha profesionalmente…

Pero tiene que haber un equilibrio. Por eso, quiero ser más selectiva, estar más tiempo en casa y no viajar para rodar películas ni estar lejos de mis hijos.

Porque sí, me encanta mi trabajo, pero nada me hace más feliz que estar con mi familia», dice antes de despedirse.

La videollamada termina y con ella, se esfuma de golpe todo el glamour. Sin sus cojines, sin su moño y sin su acento, Zoom vuelve a ser tan anodino como siempre.