A las 11 de la noche, mi papá llamó con una noticia que me dejó helado; tuve que pedir ayuda a mi hermano mayor

Quería que mi papá pasara un tiempo en casa de mi hermano, pero parece que él no está dispuesto a aceptar esa idea.

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Soy de la generación de 1995; mi esposa es un año menor que yo. Llevamos dos años de casados y tenemos un bebé pequeño. Por diferencias en la forma de vivir, mi esposa y mi papá tuvieron serios conflictos, lo que nos llevó a mudarnos. La familia de mi esposa nos apoyó con algo de dinero, juntamos nuestros ahorros y pedimos un préstamo bancario para comprar una casa en Ciudad de México.

Desde que vivimos solos, mi vida ha sido mucho más tranquila. Mi esposa es muy sensible y a veces llora o se molesta fácilmente. Antes, mi papá tenía la costumbre de beber mucho y, cuando regresaba ebrio, se ponía a regañar por cualquier cosa: si no barríamos la casa, si los platos no estaban lavados… Incluso rompía cosas cuando estaba de malas. Mi esposa intentaba explicarle, pero él la insultaba diciendo que era irrespetuosa. Antes, mi cuñada tampoco aguantó vivir con él, y con mi esposa ocurrió lo mismo. Pensar en lo que mi mamá soportó toda su vida me da una mezcla de tristeza y admiración.

Después de mudarnos, nuestra relación mejoró mucho. Pero mi papá seguía pidiéndome dinero constantemente, dos o tres veces a la semana. Le mandaba algunos cientos de pesos, aunque sabía que los usaba para invitar a sus amigos a beber. Mi esposa, al descubrirlo, se molestó mucho, sobre todo porque estaba embarazada en ese momento y todo la afectaba más. Después de varios problemas, llegamos a un acuerdo, pero un día mi papá tuvo un accidente por estar borracho y terminé enviándole 5 mil pesos para cubrir sus gastos médicos.

A las 11 de la noche, mi papá llamó con una noticia que me dejó helado, tuve que pedir ayuda a mi hermano mayor.

Cuando nació nuestro bebé, pasamos la cuarentena en casa de mis suegros. Luego, regresamos a la casa familiar con la esperanza de que mi papá cambiara al ver a su primer nieto varón, ya que mi hermano solo tiene hijas. Pero nada cambió. Seguía bebiendo y, cuando volvía, insistía en cargar al bebé mientras estaba ebrio. Cuando mi esposa no lo dejaba acercarse, él la insultaba. Yo estaba atrapado entre los dos, sin saber qué hacer. Hubo momentos en los que quise dejar todo e irme lejos.

Después de dos semanas en la casa de mi papá, mi esposa ya no pudo más y decidió regresar a nuestra casa. Mientras empacábamos, mi papá comenzó a gritarme, acusándome de ser un “mandilón” y de que solo escuchaba a mi esposa. Yo no dije nada y terminé de empacar lo más rápido posible.

Hace dos noches, mi papá me llamó a las 11 de la noche, completamente ebrio, diciendo que quería pasar el Año Nuevo en mi casa. Según él, quería alejarse de sus amigos bebedores y disfrutar el tiempo con su nieto. Esa llamada me dejó paralizado, así que llamé a mi hermano mayor para pedirle ayuda.

Le rogué que se llevara a mi papá a su casa durante las fiestas, ya que nosotros no podemos lidiar con él teniendo un bebé pequeño. Mi esposa, si llega a pasar por otro episodio de estrés, podría deprimirse gravemente. Mi hermano aceptó, pero cuando le informé a mi papá, él comenzó a gritar que yo era un hijo desobediente e ingrato.

Ahora estoy en un dilema: mi esposa está molesta y amenazó con irse con el bebé si mi papá viene. Por otro lado, mi papá no deja de acusarme de no querer cuidarlo. Estoy agotado y no sé qué hacer para que esta situación sea llevadera.