El 20 de julio de 1955, México vivió una de sus noticias más impactantes. La muerte del actor Joaquín Pardavé, una figura emblemática de la época dorada del cine mexicano, conmovió a toda una nación. Este suceso dejó una marca indeleble en la industria del entretenimiento y desató una serie de rumores y especulaciones que marcaron su legado.

Pardavé, nacido el 30 de septiembre de 1900 en Pénjamo, Guanajuato, provenía de una familia de inmigrantes españoles y creció en un ambiente artístico. Su talento, tanto en la comedia como en el melodrama, lo llevó a convertirse en una figura muy querida por el público. A lo largo de su carrera, participó en innumerables películas y obras de teatro que lo hicieron inmortal, dejando una huella profunda en la cultura mexicana.

Su vida estuvo marcada por una incansable dedicación al trabajo, a pesar de problemas de salud que lo aquejaban desde hacía años. En sus últimos días, continuó rodando dos películas simultáneamente. Sin embargo, el 20 de julio de 1955, su salud cedió. La versión oficial sostuvo que la causa de su muerte fue un derrame cerebral derivado de una hipertensión no controlada. Sin embargo, las especulaciones no tardaron en surgir. Muchos empezaron a rumorear que Pardavé sufría de catalepsia, una extraña condición que produce una parálisis extrema y puede simular la muerte.

Lo que elevó la sospecha aún más fue la rapidez con que se llevó a cabo su entierro. Apenas unas horas después de su muerte, su ataúd fue sellado, dejando poco tiempo para que su familia y amigos pudieran despedirse. Algunos asistentes al funeral empezaron a cuestionar si la muerte de Pardavé había sido tan real como parecía, alimentando la leyenda de que pudo haber sido enterrado vivo.

La familia de Pardavé, sin embargo, desmintió estos rumores, pero la historia ya se había convertido en un fenómeno mediático. Se llegó a decir que su cuerpo presentaba señales de haber intentado salir del ataúd, lo que sólo reforzó la idea de que había sido enterrado vivo. Aunque los médicos desmintieron que la catalepsia fuera la causa de su fallecimiento, la duda persistió entre el público, alimentando la leyenda durante décadas.

Joaquín Pardavé no sólo fue un actor y director destacado, sino también un compositor talentoso. Sus canciones, como “Carmen” y “La flor de la mariposa”, reflejan su lado más romántico y sensible, contrastando con su imagen pública de cómico. A pesar de su éxito, su vida personal estuvo marcada por la soledad, ya que no tuvo hijos y su relación con su esposa, Cholita, aunque profundamente amorosa, también estuvo marcada por la tristeza y las dificultades.

La muerte de Pardavé dejó un vacío en el cine mexicano, un vacío que fue aún más profundo debido a la controversia que rodeó su fallecimiento. Mientras algunos lo recordaban como un ícono de la época dorada del cine, otros seguían fascinados por la enigma de su muerte. La leyenda de su entierro prematuro se convirtió en un tema recurrente en la prensa y entre sus colegas, quienes debatían sobre si la historia era cierta o simplemente una fabricación sensacionalista.

Con el paso del tiempo, el nombre de Joaquín Pardavé se mantuvo presente en la memoria colectiva de México. Su legado como actor, director y compositor sigue vivo, pero la leyenda que rodeó su muerte le dio un toque trágico a su historia. A pesar de los esfuerzos de su familia por despejar los rumores, su muerte sigue siendo uno de los misterios más inquietantes en la historia del cine mexicano.