A la dinastía Aguilar se le ubica principalmente por el canto y la composición dentro del regional mexicano. Pero no es lo único que distingue a la familia con relación a las tradiciones nacionales. La charrería es otro de sus sellos distintivos. Sin embargo, algunos integrantes como Majo Aguilar se sienten en deuda con ese aspecto.

Admiradora del legado artístico de sus abuelos, los actores e intérpretes Antonio Aguilar y Flor Silvestre, Majo también les reconoce la inteligencia que tuvieron como creadores y productores del espectáculo ecuestre con el cual fusionaron la proyección musical con la difusión de la charrería. El show trascendió fronteras, sobre todo en Estados Unidos y América Latina, y tuvo mucha fama durante las décadas de los 80’s y 90’s.

Para poder llevar a cabo ese espectáculo, don Antonio y doña Flor incluyeron a sus hijos Toño y Pepe con el objetivo de que fuera un show familiar. Los herederos debieron aprender a montar caballo y las suertes charras que se ejecutaban. Sus padres quisieron que se formaran como charros en toda la extensión de la palabra, por lo que hicieron de ellos unos extraordinarios jinetes.

La continuidad de esa herencia sufrió un punto de quiebre con Majo. A diferencia de la formación que tuvo de su padre y madre, Antonio Aguilar Jr. se negó a que sus herederas supieran montar a caballo. Un accidente ocurrido en la familia de su hermano Pepe influyó para que reafirmara su decisión de impedir que Majo, Flor Susana, Mariana y Constanza practicaran equitación.

“De eso tiene la culpa mi papá. Nunca quiso que aprendiéramos y a la fecha él se arrepiente un poco. Le daba mucho miedo que nos cayéramos y nos pasara algo fuerte. Leonardo, mi primo, de chiquitito se cayó y casi se fractura el cuello. Mi papá no quiso que aprendiéramos”, narra Majo a Jessie Cervantes en entrevista para EXA.

Otra razón que tuvo su padre para alejarla de esa actividad tiene que ver con los estudios y con el disfrute de la infancia. Debido a que él se crió como hombre de rancho, se perdió la etapa infantil de estudiante común y corriente con actividades propias de un menor de edad.

“Él fue muy feliz, pero sí me dijo que a él sí le hubiera gustado mucho tener esa parte de la naturalidad de un niño que se desarrolla en el ambiente de un niño. No quería que mis hermanas y yo nos perdiéramos de esa parte”, comparte la cantante.

Ella lamenta no saber montar. Por un lado, porque no pudo seguir con la tradición familiar desde el lado femenino de su abuela. Por el otro, porque tiene un aprecio particular por los caballos, pues es una especie con la que ha convivido desde que nació y ha crecido observando su conexión con los humanos.

“Me gustan mucho los caballos, son de los animales más hermosos. Tengo muchos ejemplos de la grandeza de los caballos. Mi papá tenía un caballo que se llamaba Dandy, era como su mejor amigo y jugaban a escondidillas. Son muy inteligentes los caballos”, le cuenta a Cervantes.

Sus primos Ángela, Leonardo, Aneliz y José Emiliano sí fueron capacitados para montar a caballo. En el caso de Ángela y Leonardo es notorio porque su papá rescató y revivió el espectáculo que iniciaron Antonio Aguilar y Flor Silvestre con la salvedad de enfocarlo al jaripeo y nombrarlo como Jaripeo sin fronterasPepe, Ángela y Leonardo presentan sus números musicales en un equino.

Ángela Aguilar durante el show 'Jaripeo sin frontera 2023' en Plaza México. (Photo by Jaime Nogales/Medios y Media/Getty Images)

Ahora que han pasado los años y Antonio Aguilar Jr. se ha arrepentido de no haber permitido que sus hijas montaran a caballo, Majo considera que nunca es tarde para aprender y no descarta la posibilidad de instruirse a sus casi 30 años. Más que hacerlo como un complemento de su carrera artística, lo contempla como algo del ADN charro que posee y por el cariño que le tiene a estos animales.