Un aficionado mexicano apoyando a la SelecciónEFE

Entiendo la decepción de los aficionados y de la prensa mexicana tras la derrota ante Venezuela. La Selección no está cumpliendo con las expectativas tras este arranque de la Copa América, pero yo quiero ser optimista y lanzar un mensaje de esperanza. México no está eliminada, depende de sí misma para pasar esta fase de grupos y, al fin y al cabo, no estamos hablando de un milagro, sino de una final, de lograr una victoria ante Ecuador que le pondría en los cuartos de final.

No sería la primera vez que una selección que no ha estado a la altura esperada en la primera fase acaba ganando la competición, ya sea la Copa América, la Eurocopa o un Mundial. Lo que no puede permitirse la selección mexicana, ni sus aficionados, es tirar la toalla tras la derrota ante Venezuela. Tienen que levantar la cabeza y mirar hacia adelante. Nunca hay que bajar los brazos.

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Ya habrá tiempo de pasar factura cuando realmente esté fuera de la competición, pero ahora México debe poner todas sus fuerzas en ganar a Ecuador y clasificarse. Ya sé que el pesimismo invade a muchos porque después tocaría Argentina, pero ¿y qué? Lo importante es clasificarse para los cuartos y una vez ahí competir, que es de lo que se trata.

Hay muchos ejemplos de situaciones límites salvadas en el último segundo. Que se miren al espejo de un club como el Real Madrid que si gana es por su increíble su espíritu competitivo aunque la situación sea prácticamente imposible. O de una selección como Italia que, aunque no juegue bien, siempre encuentra el modo de superarse aunque todos la den por muerta.

México no puede rendirse, tiene que intentarlo hasta el último segundo y confiar en que su suerte va a cambiar. Y eso pasa porque todos remen en la misma dirección y pongan todas sus fuerzas en ganarle a Ecuador. Si desgraciadamente eso no pasa, ya habrá tiempo para las críticas y las revoluciones, pero yo creo que ahora no es el momento porque esto no ha acabado.