Carlos Reynoso, una leyenda en el fútbol mexicano, no solo es recordado por sus hazañas en la cancha, sino también por una vida personal llena de controversias y desafíos. El “Maestro” Reynoso, como lo llamaban por su destreza y liderazgo, dejó una huella profunda en el Club América en los años 70 y 80, pero detrás del éxito deportivo se escondían demonios personales y relaciones turbulentas.

A sus 79 años, Carlos Reinoso Rompe su silencio dejando al mundo  CONMOCIONADO

Reynoso, un chileno que conquistó a México, se ganó el cariño de millones de aficionados gracias a su dedicación y entrega en el campo. Sin embargo, su vida fuera de la cancha era un torbellino de emociones. Durante sus años como jugador, se le consideraba el epítome de la disciplina y el enfoque. Su carrera como futbolista se extendió hasta los 35 años, sin que el consumo de drogas fuera parte de su vida. Pero en 1989, cuando asumió como entrenador de Tigres, Reynoso se encontró en medio de un mundo oscuro: la adicción a la cocaína.

Reynoso, que cayó rápidamente en la adicción, llegó a consumir hasta 20 dosis diarias. En entrevistas, ha confesado que su hija Paola fue fundamental en su proceso de recuperación, y encontró fuerza en su fe, recurriendo a un grupo cristiano para comenzar su camino hacia la sanación. Hubo un momento decisivo en un servicio religioso en “Amistad Cristiana”, donde Reynoso, con drogas aún en sus bolsillos, sintió un profundo remordimiento y arrojó toda la droga que llevaba, marcando así el inicio de un esfuerzo por abandonar sus viejos hábitos. Sin embargo, las recaídas no tardaron en aparecer.

Uno de los episodios más difíciles en su batalla contra la adicción ocurrió mientras dirigía al equipo Toros Neza. Fue durante este período que la situación llegó a un punto crítico, hasta que su hija Jessica apareció en su vida y el peso de su situación le impactó profundamente. Un amigo y colega, Juan Antonio Hernández, le ofreció ayuda sugiriendo que se internara en un centro de rehabilitación llamado Oceánica. Reynoso, quien siempre había guardado su adicción en secreto, aceptó buscar apoyo y, tras un mes en rehabilitación, emergió con la promesa firme de nunca volver a consumir drogas. Este proceso no solo fortaleció su carácter, sino que también le enseñó una lección de valentía y perseverancia que ahora comparte con quienes enfrentan sus propias luchas personales.

Además de su batalla con la adicción, Reynoso vivió un apasionado y escandaloso romance con la reconocida cantante Lupita D’Alessio. Este amor de los años 80 no solo fue polémico, sino que también dejó huella en el espectáculo mexicano. Reynoso, quien estaba en una relación con la actriz Verónica Castro, y Lupita, que aún estaba casada con el actor Jorge Vargas, comenzaron un amor prohibido que escandalizó a la sociedad. La relación se mantuvo en secreto por un tiempo, pero cuando D’Alessio dejó a su esposo abruptamente, la noticia causó un revuelo en los medios y en el público. Los medios condenaron duramente a Lupita, pero no a Reynoso, una muestra clara de la desigualdad con que se juzgaba a las figuras femeninas de la época.

Esta relación tempestuosa también afectó a Verónica Castro, quien vivió un episodio de tensión y violencia con Reynoso, según ella misma ha descrito. La relación entre Lupita y Carlos duró cuatro años, pero eventualmente, Reynoso regresó con Verónica, dejando a Lupita devastada. Este romance fue tan escandaloso que incluso se reflejó en eventos públicos, como en un juego de fútbol femenino en el Estadio Azteca en 1971, donde actrices y cantantes compitieron en un partido y la tensión entre Lupita y Verónica Castro se hizo evidente. En medio del partido, Lupita anotó el gol de la victoria, provocando una reacción de Castro que llevó a ambas a una discusión y, finalmente, a una pelea en el vestuario, que dejó marcas físicas y emocionales en ambas mujeres.

Después de este amor tumultuoso, Lupita D’Alessio se casó con el futbolista uruguayo Julio Canessa, lo cual fue visto por muchos como una venganza emocional hacia Reynoso. No obstante, el matrimonio fue corto; en menos de un año, Lupita y Canessa se separaron. En entrevistas posteriores, D’Alessio confesó que había sido una decisión impulsada por la amargura y el desamor, y admitió que nunca amó realmente a Canessa, sino que actuó en un momento de debilidad y resentimiento.

Para Reynoso, su carrera en el fútbol continuó con logros, pero también con tensiones y desafíos. Su regreso como entrenador al Club América en 2011 estuvo marcado por incidentes públicos y enfrentamientos con la prensa y sus propios jugadores. En una ocasión, se refirió a sus jugadores de manera despectiva, lo que desató una ola de críticas en los medios. Este episodio fue captado por TVC Deportes y se volvió tema de conversación en el mundo del fútbol mexicano. Reynoso también tuvo una confrontación con el periodista José Ramón Fernández, conocido por su crítica constante al Club América. Reynoso, en una conferencia de prensa, afirmó: “Sé que me van a criticar; yo vivo para América, mientras que otros viven de América”, comentario que provocó una respuesta de Fernández, quien expresó su rechazo hacia el equipo.

A pesar de los desafíos y los conflictos, Reynoso siempre mantuvo una relación de amor y devoción hacia el Club América, transmitiendo esta pasión a sus jugadores. Para Reynoso, no se trataba solo de formar futbolistas, sino de inculcarles un amor profundo y lealtad hacia el equipo, un sentimiento que él mismo mantenía sin reservas.

Hoy, a sus 79 años, Carlos Reynoso continúa compartiendo su experiencia en el fútbol mexicano, trabajando como analista y siendo un ejemplo de superación. Su historia es un recordatorio de que la grandeza no solo se mide en victorias en el campo, sino también en las batallas personales que uno enfrenta y supera. Reynoso, quien simboliza una era dorada para el Club América, se ha convertido en una figura mítica, dejando un legado que trasciende el deporte y continúa inspirando a futuras generaciones.