Irma Serrano, conocida popularmente como “La Tigresa,” fue una figura destacada en la historia cultural y política de México. No solo sobresalió en su carrera artística, sino que también llamó la atención por su vida personal llena de controversias y por su incursión en la política. Serrano falleció a los 89 años, dejando una huella imborrable con sus papeles en el cine y sus declaraciones impactantes.

Nacida el 9 de diciembre de 1933 en Comitán de Domínguez, Chiapas, Serrano creció en una familia influyente. Su padre, Santiago Serrano Ruiz, era un periodista y poeta reconocido, mientras que su madre, María Castro Domínguez, era una terrateniente acaudalada. Desde pequeña, Serrano experimentó una sensación de soledad, pues su madre no estaba presente en su vida. Este sentimiento de carencia afectiva perduró a lo largo de su vida. Cuando tenía solo siete años, sus padres se divorciaron, lo que la llevó a ser más independiente desde muy temprana edad.

Impulsada por su pasión por la música, la cual fue alentada por su padre, Irma comenzó su carrera artística a los 14 años cuando se mudó a Ciudad de México para vivir con su prima, la famosa poeta Rosario Castellanos. Gracias a las conexiones de Castellanos, Irma rápidamente encontró su camino en el mundo artístico. En su juventud, posó como modelo para el pintor Diego Rivera, llamando la atención con su belleza atrevida y su fuerte personalidad.

En 1962, Serrano firmó un contrato con Columbia Records, dando inicio a su exitosa carrera musical. Su canción “Canción de un Preso” tuvo gran éxito, convirtiéndola en un ícono de la música ranchera. No obstante, no se limitó a la música y comenzó a actuar en películas populares como “Santo contra los Zombies” y “El Extra.” Su talento fue reconocido con varios premios, lo que la consolidó como una de las figuras más importantes del entretenimiento en México.

Sin embargo, la fama de Irma Serrano no solo provenía de su carrera artística, sino también de sus romances polémicos. Uno de los más comentados fue su relación con el expresidente Gustavo Díaz Ordaz. En sus memorias, Serrano reveló que Ordaz la amaba profundamente y siempre satisfacía sus deseos, incluso regalándole una lujosa casa. La relación, aunque secreta, atrajo mucha atención, especialmente porque Ordaz estaba casado. Esta aventura terminó cuando la esposa de Ordaz, Guadalupe Borja, junto con el secretario de Gobernación, interfirieron en la carrera de Serrano, poniéndola en una lista negra y dificultando su éxito profesional.

En 1968, comenzó a usar el apodo “La Tigresa,” inspirado en una tira cómica creada por José Guadalupe Cruz. Con su belleza y carácter fuerte, Serrano fue representada como una guerrera poderosa en estas historietas, lo cual aumentó aún más su popularidad y consolidó su imagen audaz ante el público.

Durante la década de 1990, Serrano decidió incursionar en la política y se convirtió en senadora y diputada por Chiapas. Inicialmente se unió al Partido Revolucionario Institucional (PRI), luego pasó al Partido de la Revolución Democrática (PRD) y finalmente actuó de manera independiente. Su presencia en la política fue notable, ya que nunca dudó en expresar sus opiniones y defender sus creencias, aunque esto le causara conflictos.

Irma Serrano nunca se casó, aunque tuvo varias relaciones y siempre valoró su independencia. Su primer amor, según ella, fue un pariente llamado La Vega cuando apenas tenía 12 años. Nunca tuvo hijos, y tampoco lo lamentó, afirmando que su vida estaba completa y llena de sentido.

La vida de Irma Serrano muestra a una mujer valiente que se atrevió a vivir bajo sus propias reglas. Desde su talento artístico hasta su influencia en la política, La Tigresa fue un símbolo de audacia y determinación. A pesar de las adversidades, Irma Serrano sigue siendo una leyenda en el corazón de sus seguidores, no solo por su arte, sino por su espíritu indomable.