Jacobo Greenberg, uno de los científicos más intrigantes y controvertidos de México, nació en 1946 en la Ciudad de México. A lo largo de su vida, se dedicó al estudio de fenómenos psíquicos y de la conciencia humana, buscando respuestas a los misterios que la ciencia convencional no podía explicar. Su enfoque interdisciplinario combinó la neurociencia, la física cuántica, la psicología y las prácticas espirituales, lo que le permitió desarrollar teorías innovadoras, algunas de las cuales desafiaron las leyes aceptadas por la ciencia de su tiempo.

Greenberg estudió la mente humana desde una perspectiva muy diferente a la de otros científicos. En lugar de centrarse únicamente en los aspectos físicos y biológicos de la mente, se interesó por fenómenos como la telepatía, la percepción extrasensorial, las experiencias fuera del cuerpo y las curaciones psíquicas. Su enfoque no era buscar pruebas para confirmar lo que ya se sabía, sino explorar territorios inexplorados en los que la ciencia y la espiritualidad pudieran encontrarse.

Uno de los aspectos más fascinantes de la vida y obra de Greenberg fue su investigación sobre el caso de Pachita, una curandera mexicana que afirmaba tener la capacidad de realizar cirugías sin necesidad de instrumentos médicos. Pachita supuestamente podía curar enfermedades graves mediante la canalización de energías espirituales y realizar operaciones con las manos desnudas, sin necesidad de cortes o intervención quirúrgica convencional. Greenberg se interesó profundamente por el fenómeno y dedicó años de su vida a estudiar los casos de pacientes tratados por Pachita, documentando los resultados y buscando explicaciones para estos eventos aparentemente sobrenaturales.

Greenberg adoptó una postura abierta, pero también escéptica, sobre las habilidades de Pachita. No descartó la posibilidad de que se tratara de un fraude, pero estaba convencido de que algo fuera de lo común ocurría durante los tratamientos. Su investigación sugirió que el trabajo de Pachita no se explicaba mediante la ciencia tradicional, sino que podría involucrar algún tipo de interacción con energías o dimensiones más allá de la comprensión convencional. Este enfoque le permitió formular su famosa “teoría del campo de la conciencia”, que propuso una visión radicalmente nueva de cómo la mente humana interactúa con el mundo exterior.

La “teoría del campo de la conciencia” de Greenberg afirmaba que la conciencia humana no es simplemente un producto de la actividad cerebral, como se pensaba tradicionalmente, sino que es un fenómeno más complejo, relacionado con un campo energético que interactúa con el universo. Esta teoría intentaba explicar fenómenos paranormales y experiencias de percepción extrasensorial mediante un modelo que integraba la física cuántica y la neurociencia, pero también aceptaba que la mente humana podría estar conectada a dimensiones o realidades no detectables por los sentidos convencionales.

La propuesta de Greenberg fue completamente revolucionaria para su tiempo. A diferencia de otros científicos que se limitaban a estudiar la mente humana desde un enfoque materialista y reduccionista, él sostenía que la mente podría tener capacidades que no eran meramente producto de procesos biológicos o químicos, sino que podía estar relacionada con un “campo” energético que trascendía el cuerpo físico. En lugar de rechazar fenómenos como la telepatía o la curación psíquica, Greenberg los veía como pistas hacia un entendimiento más profundo de la conciencia humana.

Su trabajo no solo fue polémico, sino que le valió tanto admiradores como detractores. Mientras algunos lo veían como un pionero de la ciencia que se atrevió a explorar lo desconocido, otros lo consideraban un charlatán o un científico desviado de la rigurosidad científica. Las críticas eran especialmente fuertes por parte de la comunidad científica tradicional, que no aceptaba la idea de que fenómenos como la telequinesis o la percepción extrasensorial pudieran ser fenómenos legítimos. Sin embargo, Greenberg mantenía una postura firme en sus creencias, sin dejarse