La historia de Martín Urieta: Compositor de Éxitos y Superación Personal

Detrás de canciones icónicas como Acá entre nos y Qué de raro tiene, se encuentra la historia profundamente personal de Martín Urieta, el compositor que le dio al mundo estas piezas inolvidables. La vida de Urieta, al igual que su música, ha sido moldeada por la dificultad y la tristeza. A menudo compartió cómo sentirse ignorado y llamado “feo” lo impulsó a expresarse a través de la composición. Desde sus luchas tempranas hasta sus desamores, su vida ha estado llena de momentos difíciles desde una edad temprana. Ahora, con más de 80 años, Urieta reflexiona sobre su camino y en este artículo echamos un vistazo más cercano a su historia de vida agridulce.

Martín Urieta nació en Huetamo, Michoacán, el 11 de noviembre de 1943. Es un compositor celebrado cuyas obras como Mujeres divinas y Acá entre nos han resonado profundamente con el público. Sin embargo, detrás de sus canciones icónicas se esconde una vida de lucha personal, pérdidas y resiliencia que ha influido profundamente en su música. Urieta creció en una humilde choza de paja en Huetamo, donde su madre trabajaba como sirvienta. Su padre, quien estaba casado con otra persona, no lo reconoció hasta que Urieta tenía 16 años. Reflexionando sobre esto, Urieta describe cómo creció con un sentido de abandono y soledad que se intensificó después de ingresar a un internado.

En una entrevista con el periodista Gustavo Adolfo Infante, Urieta compartió lo difíciles que fueron esos años, diciendo: “Yo soy hijo de internados y es terrible estar lejos de la familia, sin amigos, sobre todo en las fiestas, era horrible.” Cuando Urieta tenía 12 años, su madre falleció a la temprana edad de 33, dejándolo sin un lugar al que llamar hogar. Describió las Navidades después de su muerte como especialmente dolorosas, ya que no tenía a dónde ir.

Martín Urieta considera la composición como un don innato, algo con lo que una persona simplemente nace. Cree que los verdaderos compositores no necesitan montajes elaborados ni condiciones perfectas. A veces, todo lo que se necesita es un silbido y la inspiración puede surgir de los momentos más simples y cotidianos. Esta filosofía lo ha acompañado a lo largo de más de 60 años componiendo, un camino en el que ha creado éxitos como Comprendan, Con las alas rotas, Déjate amar, Estatua de marfil, Fruta madura, Jaula dorada, No nací para rogar, Qué de raro tiene, Si por mí fuera, Yo no me compartí, y Mujeres divinas.

Urieta recuerda que su talento para escribir comenzó a manifestarse durante sus años escolares. Una de sus primeras asignaciones creativas surgió inesperadamente cuando su maestro necesitaba un poema sobre la toma de la Bastilla. Como estudiante amante de la declamación, decidió intentarlo por sí mismo. Cuando mostró orgulloso el poema a su profesor, ella no podía creer que lo hubiera escrito él. Para ponerlo a prueba, su maestro le retó a escribir un poema en el momento, durante el receso, mientras el resto de la clase salía al patio. Cuando regresaron, Urieta había completado un nuevo poema, dejando a su maestro tanto sorprendido como impresionado. Este momento marcó el comienzo de su confianza en sus habilidades de escritura.

Con solo 15 años, Urieta compuso su primera canción Vuelve a Huetamo, un emotivo homenaje a su lugar de nacimiento. Aunque la canción no se lanzó oficialmente hasta muchos años después, en 1995 como parte del álbum El poeta del pueblo, simbolizó su temprano amor por la música y su profunda conexión con sus raíces.

A pesar de que la vida de Martín Urieta inicialmente parecía destinada a un camino diferente, asistió a la Escuela Normal Nacional de maestros y luego a la Normal Superior, donde se graduó como maestro de secundaria. Después de obtener su título, comenzó a enseñar profesionalmente. Sin embargo, su pasión por la música nunca desapareció. Su debut en el escenario no ocurrió bajo las brillantes luces de un teatro; en su lugar, comenzó en la niebla nocturna de los bares, donde iba después de un largo día de enseñanza.

Urieta recuerda esas primeras actuaciones con una sonrisa, diciendo: “Cantaba con mi guitarra y tocaba para borrachos”. Su incursión en estos bares despertó la curiosidad entre las personas que lo conocían. “Los que me conocían me criticaban, preguntándose cómo un profesor podía terminar tocando en bares”, cuenta. Pero, en esos lugares, aprendió mucho sobre lo que le gustaba a la gente. A menudo escribía mientras sus estudiantes trabajaban en sus tareas, creando versos y melodías que expresaban sus propias experiencias y luchas. Aunque la enseñanza ocupaba la mayor parte de su tiempo, esas presentaciones en bares locales mantenían vivos sus sueños musicales.

Sin embargo, Urieta nunca encontró el éxito cuando era joven, ya que su carrera docente lo limitaba. Trabajaba en dos turnos y solo cuando se acercó a la jubilación pudo encontrar tiempo para compartir sus canciones con el mundo. Urieta se encargó de grabar sus canciones antes de que cualquiera pudiera interpretarlas, asegurándose de que su voz auténtica permaneciera en el corazón de cada pieza. Con el tiempo, su música atrajo la atención de algunos de los artistas más prominentes de México y más allá. Sus canciones han sido interpretadas por leyendas como Antonio y Pepe Aguilar, Alberto Vázquez, Marco Antonio Muñiz, Juan Gabriel, Los Tigres del Norte, Bronco, Lila Downs, Banda El Recodo, La Sonora Santanera, Grupo Pesado, Yoshio, entre muchos otros.

Uno de los encuentros más destacados de Urieta fue con Vicente Fernández, quien comenzó a cantar sus canciones sin darle el crédito correspondiente. Esto causó gran frustración en Urieta, pero cuando Fernández finalmente supo que la canción había sido escrita por un compositor mexicano, solicitó conocer a Urieta. El encuentro se organizó, y cuando finalmente se conocieron, Fernández le expresó su arrepentimiento y agradecimiento por sus canciones. A lo largo de los años, Urieta escribió unas 25 canciones exitosas para Vicente Fernández, incluyendo Qué de raro tiene.

A pesar de la salud deteriorada de Fernández en los últimos años, Urieta sigue atento a su viejo amigo, guardando las experiencias y el vínculo compartido cerca de su corazón. Su mayor éxito, Mujeres divinas, surgió de una conversación en la que un hombre le pidió a Urieta que no hablara mal de las mujeres. Este acto de respeto y vulnerabilidad influyó profundamente en la composición de Urieta, que convirtió la canción en un homenaje a las mujeres, incluso cuando el romance trae desdicha.

A pesar de décadas de éxitos, Urieta sigue creando. Actualmente está trabajando en una colección de 10 discos, cada uno con 10 canciones inéditas, titulada Lo que no grabaron para mí. Su objetivo es preservar su legado y asegurar que sus canciones sigan vivas para las generaciones futuras. Además, aconseja a los jóvenes compositores que se mantengan fieles a su verdad personal y que escriban desde un lugar de honestidad, sin pensar en el dinero o la fama. Para Urieta, la autenticidad es lo más importante, y esa es la esencia de su música.

 

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