La Trágica Historia de Meche Carreño: Un Ícono del Cine Mexicano

Durante los años 70, el cine mexicano vivió una época dorada, llena de figuras legendarias que marcaron un antes y un después en la historia del séptimo arte. Una de estas figuras fue Meche Carreño, una actriz cuyo talento y sensualidad la llevaron a convertirse en un ícono del cine mexicano y un símbolo sexual para una generación. Sin embargo, detrás de su fama y éxito en la pantalla, se escondían tragedias personales que pocos conocían, y que finalmente marcaron el curso de su vida. La historia de Meche Carreño es una de esplendor, lucha, amor y tragedia que revela la complejidad de su vida.

Meche Carreño nació el 15 de septiembre de 1947 en Minatitlán, Veracruz, bajo el nombre de María de las Mercedes Carreño. Desde joven mostró un gran interés por el mundo del entretenimiento, destacándose inicialmente como modelo. Su imagen se asoció con la liberación femenina de la época, especialmente cuando se la conoció como “la chica monokini”, debido a sus sesiones de fotos en trajes de baño. Este título la vinculó con el movimiento de emancipación de la mujer y la colocó como una de las figuras más sensuales de los años 60. Su figura esbelta y su carisma fueron rápidamente reconocidos, pero Meche no se conformó con ser solo una modelo.

Impulsada por su pasión por la actuación, Carreño decidió estudiar drama en la Academia Andrés Soler de la Asociación Nacional de Actores. Su debut en el teatro llegó en 1964, cuando participó en la obra El hombre y su máscara, escrita y dirigida por Carlos Ansira. Este proyecto no solo le permitió ganar experiencia, sino también trabajar junto a artistas consagrados como Alejandro Jodorowsky, quien años después se convertiría en una figura clave en su vida.

El salto al cine no se hizo esperar, y su primera participación en la pantalla grande fue en películas como El pícaro y El Santo contra el varón Bracol. Sin embargo, el verdadero cambio en su carrera ocurrió en 1966, cuando se casó con el fotógrafo José Lorenzo Sakani, quien fundó su propia productora, Uranio Films, con el objetivo de impulsar la carrera de su esposa. Aunque la relación de pareja comenzó con grandes expectativas, pronto se convirtió en una pesadilla. Un año después de su matrimonio, Meche y Sakani trabajaron juntos en Damiana y los hombres, un proyecto innovador que la catapultó al estrellato. Meche no solo fue la protagonista, sino también la guionista, demostrando su versatilidad y creatividad.

Aunque Damiana y los hombres recibió críticas mixtas por su estilo, que algunos compararon con una telenovela llevada al cine, la película consolidó a Meche como una de las figuras más seductoras del cine mexicano. Su sensualidad y presencia en pantalla la distinguieron, y a lo largo de los años 70, continuó trabajando con algunos de los grandes nombres del cine de esa época, como el director Emilio “El Indio” Fernández. En 1974, Meche protagonizó La choca, una película dirigida por Fernández que le valió el Premio Ariel a la mejor actriz de reparto, un hito importante en su carrera.

Durante esta década dorada, Meche navegó hábilmente por los complejos paisajes del cine mexicano, que a menudo se inclinaba hacia temas atrevidos y polémicos. Aunque sus películas destacaban su sensualidad, también abordaban temas sociales profundos, reflejando su capacidad para tratar cuestiones que muchos preferían evitar. Meche fue una pionera, una mujer adelantada a su tiempo, que usó su arte para cuestionar y desafiar las normas sociales, y su trabajo fue más allá de su imagen como símbolo sexual.

Una de sus interpretaciones más destacadas fue en La mujer perfecta (1971), donde interpretó a Marcela Nava, una bailarina que lucha con la marginación en su nueva vida de lujo. En esta película, Meche no solo transmitió un mensaje sobre el poder de la autenticidad, sino que también expresó una de sus filosofías de vida más profundas: “Ser libre es eso, trabajar en lo que amas”. Esta frase resumió su visión de la vida, en la que el baile no solo era una forma de expresión artística, sino una afirmación de identidad.

Sin embargo, detrás de este éxito, Meche enfrentaba luchas personales que la marcarían para siempre. Uno de los episodios más oscuros de su vida fue su relación con Arturo “El Negro” Durazo, el infame jefe de policía del Distrito Federal. Según algunas versiones, Durazo se enamoró de Meche y, al ser rechazada por ella, la actriz fue amenazada, lo que la obligó a huir a los Estados Unidos en busca de refugio. Este fue solo uno de los muchos episodios que reflejaron el constante conflicto de Meche entre la fama y las amenazas personales que acosaban su vida.

En cuanto a su vida amorosa, Meche también fue protagonista de una historia con el cantante Juan Gabriel. La relación con el artista se consolidó cuando Meche participó en el video musical de su éxito He venido a pedirte perdón en 1972, un momento que la posicionó como una figura clave en la escena musical mexicana. Sin embargo, a pesar de la química evidente entre ellos, las demandas de sus respectivas carreras terminaron distanciándolos.

A pesar de su éxito profesional, Meche vivió una vida marcada por tragedias personales. Después de varios años de lucha, su primer matrimonio con José Sakani terminó en divorcio, lo que la llevó a reevaluar tanto su vida personal como profesional. En 1974, conoció al escritor Juan Manuel Torres, con quien se casó en 1976. Juntos tuvieron un hijo, pero tres años después, en 1979, su matrimonio terminó en divorcio. La tragedia golpeó nuevamente cuando Torres murió en un accidente de tráfico en 1980, lo que dejó a Meche devastada.

El dolor de esta pérdida fue profundo, pero la vida de Meche seguiría enfrentando más tragedias. En 1988, su hijo Juan María, producto de su segundo matrimonio, murió en un accidente de tráfico en Nueva York, lo que sumió a Meche en una depresión profunda. El dolor por la pérdida de su hijo fue insostenible y marcó el fin de su carrera en el cine y la televisión.

Tras estos devastadores eventos, Meche se mudó a los Estados Unidos, donde buscó consuelo en su escritura y trabajo como guionista y productora. Sin embargo, la herida nunca sanó, y la pérdida de su hijo continuó siendo un peso en su vida. A pesar de los esfuerzos por seguir adelante, la tragedia de su vida personal terminó por eclipsar su carrera y su presencia en el mundo del espectáculo.

La historia de Meche Carreño es una de deslumbrante éxito y tragedia. Fue una mujer que rompió barreras en el cine mexicano, utilizando su arte para desafiar las convenciones de su tiempo. Sin embargo, detrás de su imagen de estrella, se encontraba una vida marcada por pérdidas profundas que dejaron una huella imborrable. Meche Carreño será recordada no solo por su talento y belleza, sino también por su capacidad para enfrentar la adversidad con dignidad y valentía.