El dolor nunca se olvida: La historia de Colin Tebbet y la tragedia de la Princesa Diana

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Han pasado más de dos décadas desde el trágico accidente de coche que cobró la vida de la Princesa Diana en París, pero la memoria de su muerte sigue siendo un peso doloroso para quienes estuvieron cerca de ella. Uno de esos hombres es Colin Tebbet, el chófer habitual de Diana, quien rompió su silencio recientemente en una emotiva entrevista televisiva en directo, revelando el profundo dolor y la culpabilidad que ha cargado durante estos años.

En esa primera aparición pública después de la tragedia, Colin relató cómo se sintió al enterarse de la muerte de Diana. Mientras conversaba con los presentadores Kate Garraway y Ben Shepard, su voz temblaba al revivir los momentos de angustia de esa fatídica noche de agosto de 1997. La historia que compartió con el mundo reveló no solo el peso emocional de la pérdida, sino también la carga personal que aún lleva consigo.

El sentimiento de culpa ha sido una constante en la vida de Colin. Cuando se le preguntó si alguna vez se sintió responsable de la muerte de Diana, su respuesta fue contundente: “Sí, siempre te sientes responsable”. Estas palabras resonaron con una tristeza palpable, evidenciando lo que él mismo describe como una pesada carga de arrepentimiento. Aunque Diana no estaba bajo su cuidado directo esa noche, Colin lamentó no haber sido él quien estaba al volante, como en tantas otras ocasiones.

El relato de Colin sobre cómo se enteró del accidente es desgarrador. Recordó cómo una tarde tranquila con su esposa fue interrumpida por una llamada telefónica que cambió su vida. El mensaje, transmitido por un colega, le comunicaba que la Princesa Diana había sufrido un accidente grave. A pesar de la devastadora noticia, al principio pensó que quizás todo se trataba de un malentendido. Pero al encender la televisión y ver los primeros informes, la dura realidad se apoderó de él. Con una sensación de urgencia, Colin se preparó rápidamente y se dirigió al Palacio de Kensington, con el corazón pesado y el miedo en su pecho.

Al llegar a Kensington, la magnitud de la tragedia se hizo evidente. El dolor que se cernía sobre la familia real y el mundo entero era palpable. Colin narró cómo, tras recibir la confirmación de que la situación era aún más grave de lo que se había informado inicialmente, su responsabilidad aumentó. No solo tenía que afrontar la pérdida personal de una amiga y jefa, sino que también tenía que cumplir con el solemne deber de repatriar el cuerpo de Diana a Inglaterra, una tarea cargada de un profundo respeto, pero también de una abrumadora tristeza.

Colin también compartió con los presentadores la experiencia de su llegada a París, donde la situación era caótica. Los medios de comunicación de todo el mundo se habían instalado en la ciudad, esperando obtener cualquier fragmento de información sobre el estado de la princesa. La escena en el hospital fue desconcertante: un torbellino de emociones, personas y rumores. Y aún así, Colin tenía una misión clara: debía garantizar que Diana fuera tratada con la dignidad y el respeto que merecía, incluso en sus últimos momentos.

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Una de las escenas más dolorosas que recordó fue al ingresar al tanatorio, donde vio a la princesa Diana tendida sobre una mesa fría, inmóvil. Fue un golpe devastador, un recordatorio cruel e irreversible de la pérdida que todos habían sufrido. A pesar de la emoción que lo invadió, Colin hizo todo lo posible para mantener la compostura, sabiendo que su tarea era crucial.

Las dificultades no cesaron una vez que Colin llegó a París. En medio del dolor, tuvo que lidiar con una serie de desafíos prácticos: la barrera del idioma, el caos en el hospital y la intensa presencia de los medios. Sin embargo, no dejó que eso afectara su misión. Describió cómo se ocupó de las necesidades más básicas, como cerrar las cortinas y encender ventiladores para proteger la intimidad de Diana. A pesar del calor y la confusión, su principal objetivo era preservar la dignidad de la princesa.

En la entrevista, Colin también reflexionó sobre la relación que mantenía con Diana. A pesar de ser su chófer, la conexión que compartían era genuina. “Nunca tuvimos un crucigrama entre los dos”, comentó Colin, haciendo referencia al buen humor y la camaradería que existía entre ellos. Diana no solo era su jefa; era una persona que lo trataba con respeto y calidez.

A lo largo de los años, la muerte de la Princesa Diana ha generado innumerables teorías y especulaciones, y el caso ha sido objeto de múltiples investigaciones. Colin, con su testimonio directo, añadió una nueva capa de comprensión sobre los hechos de aquella noche. Mencionó, por ejemplo, cómo la percepción visual dentro del túnel donde ocurrió el accidente podría haber creado una sensación engañosa de velocidad. “Quizá fui demasiado rápido”, dijo, subrayando la complejidad de las circunstancias que rodearon el fatal desenlace.

Finalmente, la entrevista culminó con un momento profundamente humano, cuando Colin habló del impacto que la muerte de Diana tuvo en él personalmente. Su voz quebrada al recordar el incidente dejó claro que, para él, no solo fue una pérdida pública, sino también una herida profundamente personal que nunca sanaría por completo.

El relato de Colin Tebbet es un testimonio de la profunda conexión que existió entre él y la Princesa Diana, y la difícil carga emocional que lleva consigo al recordar aquellos momentos de angustia. Su historia es una poderosa reflexión sobre el dolor de perder a un ser querido, el peso de la responsabilidad, y el irreparable vacío dejado por la trágica muerte de una de las figuras más admiradas del mundo.