Un niño pobre salvó a la hija de un millonario. Lo que le pidió a cambio hizo llorar al mundo…

Era un día lluvioso en una ciudad llena de contrastes, donde las mansiones de lujo convivían con humildes barrios. Tomás, un niño de apenas 10 años, conocido por su valentía y corazón puro, pasaba su tiempo ayudando a su madre a vender dulces en las esquinas. Aunque vivía en la pobreza, siempre mostraba una sonrisa y un espíritu inquebrantable.

Una tarde, mientras jugaba cerca de un río, escuchó un grito desesperado. Una niña había caído al agua y luchaba por no ser arrastrada por la corriente. Sin pensarlo dos veces, Tomás saltó al río, enfrentándose a las frías aguas y el peligro. Con gran esfuerzo, logró salvar a la niña y llevarla a la orilla.

La niña era Camila, la hija de un reconocido empresario millonario. Al enterarse de lo ocurrido, el empresario llegó al lugar con lágrimas en los ojos, abrazando a su hija mientras miraba al pequeño héroe que había salvado su vida.

—¿Cómo puedo recompensarte por lo que hiciste? Pide lo que quieras, y te lo daré —le dijo el hombre con gratitud.

Tomás, con timidez y sencillez, respondió:
—No necesito dinero ni regalos. Solo quiero que construyas un parque donde los niños como yo puedan jugar y ser felices. En mi barrio no hay un lugar donde podamos divertirnos.

El empresario quedó conmovido hasta las lágrimas por la humildad y generosidad de Tomás. En lugar de pedir algo para sí mismo, había pensado en los demás. Cumpliendo su promesa, el millonario construyó un parque en el vecindario de Tomás, completo con juegos, canchas y áreas verdes.

El día de la inauguración, Tomás fue el invitado de honor, rodeado de los niños de su barrio, todos celebrando su valentía y bondad. A partir de ese momento, la vida de Tomás cambió para siempre, pero su corazón humilde permaneció igual: un recordatorio de que los actos de bondad desinteresada pueden transformar el mundo.