Hola a todos y a todas. Mi nombre es Lisbeth, la fan número uno de nuestros consentidos Lalo y Lucerito, y junto a mi increíble equipo de amigas y cómplices no dejamos de seguirles los pasos las 24 horas del día. Si pasa algo aquí se los contamos al instante porque somos sus ojos y oídos. No se pierdan ni un detalle.

Comencemos. Lucerito triunfa en el escenario: la sorpresa de Lalo que nadie esperaba. Lucerito, en su camerino, aún emocionada por la increíble función que acaba de terminar. El mago había sido un éxito rotundo y no era para menos; su energía, talento y esa chispa tan única que la caracterizaba habían cautivado a todo Monterrey. Y no solo eso, la obra fue tan bien recibida que, entre aplausos y ovaciones, el público pidió que se repitiera, no una, sino dos veces. Lucerito, sonriente pero agotada, se preparaba para despedirse del escenario cuando de pronto sintió una presencia familiar. Al girar la cabeza, lo vio. Ahí estaba Lalo, su gran amigo, su fiel compañero en las buenas y las mejores. Había llegado en silencio, invitado por sus padres, Lucero y Mijares, para darle esa sorpresa tan especial, esa que solo un amigo como él podía darle.

Al verlo, Lucerito no pudo contener una carcajada ligera y juguetona. “¡Gracias, gracias!”, exclamó, corriendo hacia él y abrazándolo con fuerza. “Sabía que algo bueno tramaban esos dos torts, mis papás, pero no me imaginé que fueras tú. Cuando te vi, sentí una fuerza extra”, dijo riendo mientras señalaba con su dedo índice de manera traviesa. “La verdad, siempre quiero brillar frente a ti, Lalo. ¿Qué haría sin mi fan número uno?”

Lalo, quien siempre tenía las palabras justas para cualquier ocasión, la miró con admiración, una admiración sincera que no todos tienen la suerte de recibir. “Cada vez que te veo en el escenario, Lucerito, quedo boquiabierto”, dijo casi sin aliento. “Mi propia madre, que ya tiene sus años de experiencia, siempre me dice que tú pareces llevar décadas en esto, como si hubieras nacido para encantar al mundo. Actúas, cantas y haces magia de una forma que solo tú puedes. Me dejas sin palabras.”

Lucerito le dio un suave empujoncito en el hombro, soltando una risita de esas que iluminarían cualquier lugar. “Ay Lalo, no me digas esas cosas que me las creo”, bromeó, fingiendo modestia. Pero Lalo, con una sonrisa traviesa que ya prometía algo divertido, le lanzó una propuesta: “Oye, Lucy, hablando de magia y encanto, tengo una sorpresa extra. Tenemos media horita libre para celebrar tu éxito con un heladito. ¿Qué te parece?”, dijo, alzando las cejas de forma cómplice. “Pero escucha bien, solo uno fue lo que acordamos con tu papá. Así que apúrate, porque mientras ellos hablan con los productores, nosotros tenemos entre 30 y 45 minutos para escaparnos.”

Lucerito, con ese carisma arrollador que la hacía tan especial, le guiñó el ojo a su amigo y entre risas le respondió: “Me voy al cielo contigo.”

Atención, atención: el día ha llegado. El miedo más grande de Lucero y Mijares ya es una realidad. Y no, no estamos hablando de que su hija se haya teñido el cabello de verde o que haya decidido cambiar de género musical. No, señores y señoras, Lucerito, la consentida de México, ha decidido mudarse sola.

“¡Ah caray!”, gritó Mijares al enterarse. “¿Qué está pasando aquí? ¿De verdad ya estamos en esta etapa?”. Mientras tanto, Lucero, en su tono dulce, solo respiraba profundo y decía con una sonrisa un tanto nerviosa: “Es que ya creció Manuelito, ya es hora”.

Lucerito ya lo había mencionado varias veces en entrevistas, con la seguridad y madurez que la caracteriza. Y hoy lo confirma: “No es que me cansé de vivir con mis padres, al contrario, los amo profundamente. Pero quiero probar qué es tener mi propio espacio, mi propia responsabilidad”.

¡Nuestra Lucerito en modo independiente! ¿Quién lo diría? Pero calma, calma, pidió a sus fans que ya andaban haciendo teorías de conspiración a nivel telenovela. “No es por celos de mi papá ni porque mi mamá me escondió el control de la tele. Simplemente quiero ver qué se siente tener mi propio departamento”. Y eso sí, “no se emocionen ni inventen cosas raras, no me voy a mudar con mi gran amigo Lalo”. Ahí, todos los rumores sobre ese supuesto romance se desmoronaron más rápido que un castillo de arena con marea alta.

Pero ahí no terminó todo. Con una sabiduría que armaría al más escéptico, Lucerito nos dejó a todos con la boca abierta y el corazón apretadito: “El hecho de que me independice como persona no significa que me voy a independizar como hija. Voy a estar cerquita de mis papás y, aunque me fuera a vivir a Júpiter o Marte, siempre estaré guiada por sus consejos. A los 20, a los 40 o a los 60 años, seguiré respetándolos. Y claro, obedeciéndolos”.

En ese momento, hasta Mijares tuvo que sacar discretamente un pañuelo. “Sí, sí, es que algo me cayó en el ojo”, decía entre lágrimas, y Lucero, por su parte, solo asentía, orgullosa de la hija que, entre canciones y escenarios, había crecido frente a los ojos de todo México.

Pero como Lucerito siempre sabe darle el toque divertido a las cosas, no podía faltar su chispa final. “Eso sí”, agregó con una sonrisita pícara, “si se me da bien esto de estar sola, me quedo. Y si no, pues regreso a vivir con mis papás, no hay problema. Y por favor, mis queridos fans, no se vuelvan locos. No empiecen a decir que me voy a mudar con Lalo ni nada por el estilo. No queremos que mi papá vuelva a enojarse por tonterías, ¿verdad?”.

Así que ahí lo tienen: Lucerito, nuestra consentida, la que canta, encanta y ahora se muda sola. Pero tranquila, que sigue siendo la misma hija amorosa de siempre. Y si algo sale mal en esta aventura de independencia, siempre queda el Plan B de regresar a la casita de mamá y papá. ¡La aventura apenas comienza!