Simon Cowell, generalmente sereno y perspicaz, se vio visiblemente abrumado por la actuación del joven. Su habitual fachada crítica dio paso a una emoción genuina, y las lágrimas corrían por su rostro mientras escuchaba. La canción, impregnada de tal profundidad y sentimiento, parecía llegar directamente al corazón de lo que significa experimentar y expresar la emoción humana a través del arte