Abel Salazar: De Galán del Cine Mexicano a Leyenda Trágica

Abel Salazar fue uno de los actores más prominentes de la época de oro del cine mexicano, reconocido por su atractivo físico y su carisma en la pantalla. Con más de 90 películas en su haber, Salazar cautivó a generaciones de fanáticos, convirtiéndose en un ícono del cine de su tiempo. Sin embargo, detrás de su éxito y fama, su vida estuvo marcada por una serie de tragedias personales, traiciones y un doloroso descenso hacia la demencia, una historia de contrastes que dio un giro inesperado.

Nacido en el seno de una familia acomodada, Abel disfrutó de una infancia llena de privilegios. Su padre, un hombre de múltiples facetas, fue abogado, poeta, escritor y periodista, además de ser uno de los fundadores del periódico El Universal. Desde pequeño, Abel estuvo rodeado de una educación de calidad y de una vida sin carencias, a pesar de que México atravesaba tiempos difíciles tras la Revolución. La figura autoritaria de su padre, sin embargo, dejó una huella profunda en su personalidad. La prematura muerte de su padre a los 50 años fue un golpe devastador para él y sus hermanos, quienes quedaron al cuidado de su madre.

Abel Salazar - IMDb

A pesar de la estabilidad económica proporcionada por su padre, Abel decidió forjarse su propio camino y, tras completar su educación en la Escuela Libre de Comercio, trabajó en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, además de en una tienda de muebles. Aunque no necesitaba trabajar, su deseo de independencia y sus gustos personales lo llevaron a involucrarse en diversos ámbitos, como el cine, el teatro y, por supuesto, las mujeres. Era común verlo en el centro de la Ciudad de México, siempre bien vestido, capturando la atención de todas las mujeres a su paso.

Su fascinación por el cine comenzó en las carpas populares, donde se presentaban espectáculos de variedades. Fue en este ambiente artístico donde descubrió su pasión por la actuación. Inicialmente, empezó como comediante y acompañante de actores principales. Su principal objetivo era hacer reír al público y disfrutar del aplauso, pero pronto su talento le permitió dar el salto a la pantalla grande. Fue gracias a su relación con la actriz Gloria Marín que pudo debutar en el cine en 1939 con La casa del rencor. Sin embargo, la relación con Marín, a pesar de ser profunda, terminó cuando ella comenzó un romance con Jorge Negrete, un episodio que sumió a Salazar en una profunda depresión.

Abel Salazar (actor) - Wikipedia

Tras un período de retiro, Abel regresó al cine en 1944 con Me ha besado un hombre, y fundó su propia casa productora, ABSA. En este momento, su vida personal también dio un giro al casarse con Alicia Cárdenas, hija del expresidente Lázaro Cárdenas. Aunque tuvieron dos hijas, su relación se deterioró debido a la persistente obsesión de Abel con Gloria Marín, lo que llevó a su divorcio. Sin embargo, su carrera siguió adelante, destacándose en la película Los tres García (1946), que consolidó su fama.

A pesar de su éxito profesional, su vida personal estuvo marcada por múltiples relaciones y matrimonios. En 1958, después de años de distanciamiento, Abel retomó su relación con Gloria Marín y, tras un tumultuoso romance, se casaron. No obstante, su matrimonio fue corto y terminó en un escandaloso divorcio debido a los celos, las acusaciones de violencia doméstica y una compleja batalla legal. La vida amorosa de Abel Salazar fue un vaivén constante, con relaciones con otras actrices como Adriana Welter y Rosita Arenas, con quien se casó en 1960.

A pesar de sus problemas personales, Abel continuó trabajando en cine y televisión en los años 80, participando en telenovelas como Senda de Gloria y dirigiendo películas como Ya nunca más (1984). Sin embargo, el paso del tiempo y la crisis en la industria cinematográfica mexicana lo alejaron de los reflectores, mientras su salud comenzaba a deteriorarse.

La enfermedad de Alzheimer, diagnosticada en sus últimos años, sumió a Abel en un espiral de olvido y confusión. Las complicaciones de su salud culminaron en un trágico episodio de sobredosis accidental de medicamentos, lo que llevó a su familia a trasladarlo a Cuernavaca, en busca de un ambiente más tranquilo para su cuidado. A pesar de su deterioro físico y mental, su última pareja, Teresita Aguilar, estuvo a su lado, brindándole el apoyo necesario durante sus últimos años.

El 21 de octubre de 1995, Abel Salazar falleció a los 78 años debido a insuficiencia cardíaca, complicaciones del Alzheimer y cáncer de próstata. A pesar de su trágico final, su legado en el cine mexicano perdura. Su carrera de más de 90 películas, que abarcó desde comedias hasta cine de terror, dejó una huella imborrable en la industria. Obras como El vampiro (1957) se convirtieron en clásicos del cine mexicano, abriendo el camino para futuras producciones del género.

Abel Salazar fue un hombre que vivió intensamente, entre éxitos y fracasos, amores y traiciones, siempre fiel a su pasión por el cine. A pesar de los demonios internos que lo acosaron, su legado sigue siendo recordado y apreciado por las generaciones que lo admiraron en la pantalla grande. Su capacidad para reinventarse y su resistencia ante las adversidades son testimonio de su fortaleza y dedicación a la industria que lo vio brillar.