En el último capítulo, Ángela y Cristian enfrentan un momento desgarrador tras la pérdida de su hijo debido a un aborto. Este evento provoca un profundo duelo que, aunque los une en el dolor, también crea un vacío en su relación. El regreso a la casa de Cristian en Texas, después del funeral en Zacatecas, se siente opresivo, marcado por un silencio cargado de sufrimiento. Ángela, sumida en su tristeza, apenas habla y parece distante.

Un momento crucial ocurre cuando Ángela se detiene frente a un jarrón roto, lo que lleva a Cristian a revelar que el jarrón se rompió durante una discusión antes de su accidente. Esto desencadena en Ángela una serie de recuerdos dolorosos, incluyendo una frase hiriente de Cristian: “sigo amando a Casu.” Esta revelación provoca un torrente de emociones en Ángela, quien recuerda el momento de su ruptura y la angustia que sintió.

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Cristian, atemorizado por la recuperación de la memoria de Ángela, se siente abrumado por la culpa, ya que ella recuerda cada palabra y cada lágrima del día que su hijo falleció. A pesar de sus intentos de disculparse, Ángela está atrapada en su dolor y rabia, sintiendo que la memoria de lo que perdió puede ser tan devastadora como el olvido.

La atmósfera tensa se corta con el sonido del timbre, lo que genera una nueva incertidumbre en medio de su sufrimiento compartido.

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