Iván tiene una página donde ofrece cursos de se.xua.li.dad

Recientemente, una polémica ha surgido en torno a Iván, un autodenominado “Máster Sexual”, quien imparte cursos sobre sexualidad a través de la plataforma Telegram. Este caso ha encendido debates sobre la ética, la legalidad y la profesionalización en la educación sexual, así como la privacidad en el manejo de materiales sensibles.

El origen de la controversia

Iván, de 29 años y estudiante de tercer semestre de Psicología, asegura contar con experiencia práctica para enseñar técnicas sexuales. Según él, sus conocimientos provienen de su vida personal, y afirma que sus parejas anteriores lo han considerado un “maestro en la cama”. Sin embargo, no posee certificaciones oficiales en sexología ni respaldo académico para su actividad.

Entre las denuncias, destaca la solicitud de videos íntimos por parte de Iván como parte de sus cursos. Según testimonios, estos videos son evaluados en un grupo de Telegram donde otros estudiantes también tienen acceso, lo que podría violar la privacidad y la intimidad de los participantes.

Opiniones divididas

Expertos y figuras públicas han criticado duramente la práctica de Iván. Irene, una sexóloga con casi 20 años de experiencia, expresó:
“La sexualidad no se trata solo de técnicas o posiciones; implica componentes emocionales, psicológicos y afectivos. Enseñar con videos privados y sin formación adecuada no solo es irresponsable, sino potencialmente ilegal.”

Por otro lado, Iván asegura que no obliga a nadie a participar y que firma contratos con sus alumnos donde supuestamente se estipulan los términos para el manejo de los materiales. Sin embargo, expertos legales señalan que un contrato redactado sin supervisión profesional carece de validez jurídica y no exime de responsabilidades legales, especialmente en casos de distribución no autorizada.

Las implicaciones legales

Verónica, madre de una joven involucrada, solicitó acciones legales tras enterarse de que un video privado fue compartido sin autorización. Según expertos consultados, si se prueba la distribución de dicho material, Iván podría enfrentar cargos por violación a la intimidad y violencia digital, con penas que podrían ir de 2 a 6 años de prisión.

Además, la falta de consentimiento explícito por parte de todos los involucrados en el material audiovisual complica aún más el panorama para Iván. “El consentimiento debe ser otorgado por cada participante, y cualquier difusión sin este puede configurar un delito,” explicaron abogados consultados.

El trasfondo ético

Más allá de las implicaciones legales, este caso pone en evidencia la necesidad de regulación en actividades relacionadas con la educación sexual. Profesionales del ámbito argumentan que iniciativas como la de Iván pueden generar expectativas irreales y perpetuar mitos sobre la sexualidad. Además, el uso de material sensible sin las medidas adecuadas de protección es un riesgo ético y psicológico para los participantes.

Conclusión

El caso de Iván ejemplifica los riesgos de la falta de regulación en temas delicados como la educación sexual. Mientras se investigan las implicaciones legales y éticas de sus prácticas, queda claro que la formación profesional y el respeto a la privacidad son esenciales para evitar daños irreparables en este ámbito.