En los últimos años, la figura de Hassan Emilio Cande, mejor conocido como Peso Pluma, ha sido uno de los nombres más polémicos y populares en la música mexicana. Su meteórico ascenso al estrellato lo ha colocado en el centro de una controversia que abarca desde la admiración desbordante hasta las críticas más severas. En este artículo, exploramos cómo el joven artista está en riesgo de enfrentar un futuro incierto, incluso la posible ilegalización de su música, debido a la polémica narcocultura que transmite a través de sus canciones.

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La polarización de su música

La música de Peso Pluma, especialmente sus corridos tumbados, ha dividido a la sociedad mexicana. Por un lado, están aquellos que celebran su éxito como un fenómeno cultural que pone a México en el mapa internacional. Para ellos, Peso Pluma representa un modelo a seguir, un joven que, a través de su talento, ha logrado alcanzar el sueño de muchos: salir adelante y mejorar su situación económica. Sus letras, aunque en muchos casos reflejan una realidad cruda y violenta, son vistas como una fuente de motivación para quienes enfrentan dificultades en un país donde las oportunidades laborales y económicas son limitadas.

Sin embargo, hay otro sector que ve en su música una glorificación de la narcocultura, un fenómeno que ha permeado la sociedad mexicana durante décadas. Este grupo critica que, en lugar de generar mensajes de superación, Peso Pluma y otros artistas del género de los corridos tumbados promuevan el consumo de sustancias ilícitas, la violencia y la apología del crimen organizado. Para muchos, canciones como El Belicón o Música no solo son una simple manifestación artística, sino un reflejo de la glorificación de los capos de la droga que han causado tanto daño al país.

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El ascenso de Peso Pluma: ¿un sueño hecho realidad?

Hassan Emilio Cande, o Peso Pluma, nunca soñó con ser cantante. Su verdadera pasión era el fútbol, un sueño que lo llevó a formar parte de las fuerzas básicas del club Chivas de Guadalajara, uno de los equipos más prestigiosos de México. Sin embargo, la vida tenía otros planes para él. Su desinterés por el deporte y su creciente amor por la música lo llevaron a dedicarse a la guitarra y a crear covers en YouTube, lo que rápidamente llamó la atención de quienes lo rodeaban.

A medida que mejoraba sus habilidades musicales y componía sus propias canciones, Peso Pluma fue ganando reconocimiento en la escena local. Pero fue su colaboración con Raúl Vega en la canción El Belicón la que lo catapultó a la fama. En cuestión de días, la canción alcanzó cifras impresionantes de reproducciones en plataformas como YouTube, y su carrera comenzó a despegar a una velocidad sorprendente. En poco tiempo, colaboró con grandes figuras como Luis R. Conriquez, Natanael Cano y Gabito Ballesteros, consolidándose como una de las figuras más prominentes del género de los corridos tumbados.

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La polémica: Entre la gloria y la censura

A pesar de su éxito, la carrera de Peso Pluma no ha estado exenta de controversias. Uno de los momentos más controversiales fue el lanzamiento de su canción Música, en la que menciona a Joaquín Guzmán, el infame narcotraficante conocido como “El Chapo”. La letra hizo alusión a su presunto vínculo con el crimen organizado, lo que generó una gran cantidad de críticas. De hecho, YouTube retiró el video de la canción poco después de su lanzamiento, y el canal que lo había subido, Cartel Music, estuvo a punto de ser cerrado por infringir las políticas de la plataforma.

Estas controversias no solo se limitan a las redes sociales o a los medios de comunicación; Peso Pluma ha enfrentado censura incluso fuera de México. En 2023, su participación en el Festival Viña del Mar, uno de los más importantes de Latinoamérica, fue solicitada para ser retirada por diversos sectores, quienes criticaron que su presencia en el evento representaba una promoción del narcotráfico. En el ámbito nacional, algunos estados como Chihuahua han tomado medidas drásticas contra el género de los corridos tumbados, prohibiendo conciertos de este tipo de música debido a su vínculo con la violencia y el crimen organizado.

La posible ilegalización: ¿un ataque a la libertad artística?

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Recientemente, la música de Peso Pluma ha estado bajo el radar de los legisladores en varios estados mexicanos. En Chihuahua, se implementaron reformas para prohibir los conciertos de corridos tumbados, argumentando que estos géneros incitan a la violencia y glorifican las figuras del narcotráfico. Esta medida se ha extendido a otros estados del país, donde artistas como Natanael Cano y Grupo Firme también han enfrentado sanciones económicas por cantar canciones que hacen alusión al crimen organizado.

El debate sobre la ilegalización de este tipo de música plantea una cuestión difícil: ¿es justo prohibir una forma de expresión artística solo porque aborda temas controvertidos como la violencia o el narcotráfico? Mientras que algunos argumentan que esta música perpetúa una cultura destructiva, otros defienden que es solo un reflejo de la realidad social y económica del país. En este sentido, la censura podría terminar convirtiendo a estos artistas en mártires de una causa, creando aún más morbo y atracción por sus figuras.

El problema detrás de la música: ¿una sociedad que busca modelos a seguir?

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Para comprender el fenómeno de Peso Pluma y los corridos tumbados, es importante mirar más allá de la música misma y examinar las causas sociales que alimentan este tipo de cultura. En México y en gran parte de América Latina, muchas personas se sienten atrapadas en un sistema donde las oportunidades económicas son escasas, y donde el consumo y la acumulación de riqueza material son vistos como los únicos caminos hacia el éxito. En este contexto, los narcotraficantes y otros personajes del crimen organizado han sido percibidos por algunos como héroes que, a pesar de su ilegalidad, lograron salir de la pobreza y alcanzar una vida llena de lujo y poder.

Es aquí donde los corridos tumbados se insertan como una narración de aspiraciones: historias de personas que, a través de medios ilegales, logran lo que parece imposible para el resto de la población. En este sentido, figuras como Peso Pluma se convierten en símbolos de una lucha por un futuro mejor, aunque sea a través de caminos cuestionables. Lo que la sociedad debe preguntarse es si este tipo de aspiraciones son las correctas, o si hay espacio para crear nuevas narrativas que promuevan valores diferentes, basados en el trabajo honesto, la solidaridad y la justicia.