Carlos Salinas de Gortari: El Declive de un Expresidente

Carlos Salinas de Gortari, quien gobernó México entre 1988 y 1994, es uno de los expresidentes más controversiales en la historia del país. A pesar de haber sido una figura central en la política mexicana, hoy enfrenta la vejez en el retiro, lejos de la influencia que alguna vez ejerció. A los 80 años, Salinas reflexiona sobre su legado, sus errores políticos y su actual vida, marcada por la pérdida de la pensión presidencial, un privilegio que disfrutó durante años, pero que fue eliminado en 2018 por el presidente Andrés Manuel López Obrador.

El expresidente Salinas, que alguna vez vivió rodeado de poder y lujos, es ahora una figura distante y relativamente aislada. Durante una reciente entrevista en el podcast La invención de América del Norte, producido por la revista Nexos, Salinas hizo una revelación inesperada: “Estoy desempleado”, comentó, haciendo referencia a la eliminación de las pensiones presidenciales. En su aparición, también recordó su tiempo en el poder, destacando las negociaciones que llevaron a la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y su lucha con la deuda externa de México. Sin embargo, sus declaraciones sobre el legado de su administración no fueron bien recibidas, especialmente por personajes como Cuauhtémoc Cárdenas, quien lo acusó de subordinar a México a los intereses de Estados Unidos.

A pesar de no recibir su pensión presidencial, la situación financiera de Salinas no parece haber cambiado sustancialmente, ya que se sabe que sigue siendo dueño de una considerable fortuna. En un tono sarcástico, López Obrador sugirió que Salinas podría solicitar los beneficios del programa “Pensión para el Bienestar”, destinado a apoyar a los adultos mayores en México, pero con la condición de que regrese al país. Esta pequeña ironía resalta la desconexión entre la vida actual de Salinas y la figura poderosa que fue en su momento.

La vida del expresidente ha sido un continuo contraste entre su poder y su vida actual. Aunque sigue siendo una figura influyente en la historia reciente de México, su relevancia política ha disminuido considerablemente. Como muchos otros expresidentes, Salinas reside fuera del país, y su presencia en eventos exclusivos ha hecho que algunos cuestionen su situación financiera, ya que fue ampliamente reportado que los expresidentes mexicanos recibían pensiones que rondaban los 205,000 pesos mensuales.

El origen político de Salinas estuvo marcado por la ambición familiar y una tragedia de la infancia. Nació el 3 de abril de 1948 en la Ciudad de México, en una familia profundamente involucrada en la política. Su padre, Raúl Salinas Lozano, fue un destacado economista y funcionario del gobierno, y aunque nunca alcanzó la presidencia, su hijo Carlos llegó a ser el candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en las elecciones de 1988. Esta elección, sin embargo, sigue siendo una de las más polémicas en la historia del país, ya que el sistema de conteo de votos se desplomó misteriosamente esa noche y, cuando se reanudó, Salinas fue declarado vencedor, lo que generó acusaciones generalizadas de fraude electoral.

Durante su mandato, Salinas implementó reformas económicas neoliberales que transformaron el país, pero también dejaron una huella duradera de desigualdad. La privatización de empresas estratégicas, como Telmex y los bancos, consolidó la riqueza de unos pocos, en particular de Carlos Slim, quien se convirtió en uno de los hombres más ricos del mundo tras la venta de Telmex. Estas decisiones, junto con las acusaciones de corrupción que involucraron a su familia, empañaron su legado. La relación con su hermano Raúl, involucrado en escándalos financieros, y su implicación en el Programa Nacional de Solidaridad (Pronasol) fueron otros puntos de crítica.tv

La administración de Salinas estuvo también marcada por la violencia política. El asesinato de Luis Donaldo Colosio, candidato presidencial del PRI y protegido de Salinas, desató una crisis de confianza en el sistema político del país. La gestión económica de Salinas tampoco estuvo exenta de críticas, especialmente en los últimos meses de su mandato, cuando se negaba a devaluar el peso, lo que provocó una crisis económica poco después de su salida.

A pesar de sus intentos por consolidar su legado con reformas estructurales, Salinas dejó un país profundamente dividido. La crisis económica de 1994, conocida como el “error de diciembre”, es vista como una de las consecuencias directas de sus políticas económicas. Tras dejar la presidencia, Salinas se exilió en Irlanda y otros países, evitando el caos que dejó atrás, pero su regreso en 1999 no logró reparar los daños a su reputación. Hoy, su figura sigue siendo profundamente divisiva. En encuestas recientes, la mayoría de los mexicanos lo consideran uno de los expresidentes más negativos, lo que subraya lo distante que se ha vuelto su figura del poder que alguna vez ostentó.

En conclusión, Carlos Salinas de Gortari enfrenta el ocaso de su vida en un retiro marcado por la reflexión sobre su legado político y los privilegios que perdió. Su figura sigue siendo una de las más polémicas y controversiales de la historia reciente de México, cuyo impacto aún resuena en la política y la economía del país.