Carlos Márquez, un prodigio del arte escénico, nació el 19 de abril de 1926 en Guanoco, estado Sucre. A la tierna edad de 10 años, se trasladó a Caracas, donde su pasión por el teatro comenzó a florecer.

En la década de 1950, unió su vida a la actriz Juana Sujo, su compañera en la fundación de la Sociedad Venezolana de Teatro y el Teatro Los Caobos. Posteriormente, su segundo matrimonio con Dolores Beltrán marcó otra etapa significativa en su vida personal.

La carrera de Carlos Márquez se erigió sobre cimientos de dedicación y talento. Su entrada triunfal en el mundo público se dio a través de las tablas y las pantallas de telenovelas inolvidables

La Fiera” lo catapultó a la fama, personificando de manera magistral a “Eleazar Meléndez“. En “El Desprecio“, otro clásico, encarnó a “Israel Santamaría“, dejando una impronta imborrable. No obstante, su versatilidad se manifestó también en “Leonela“, “Bienvenida Esperanza” y “Mi gorda bella“, consolidándolo como un actor venerado y querido por el público.

En el 2013, Carlos Márquez decidió culminar su carrera con el emotivo monólogo “Inolvidable“, una obra maestra escrita por José Gabriel Núñez. Con 70 años de contribuciones al mundo artístico, su retirada dejó un vacío, pero también un legado duradero.

Su huella no solo abarca personajes memorables, sino también la influencia positiva en generaciones de actores que le siguieron.

El 26 de marzo de 2016, el país lloró la pérdida de Carlos Márquez. En Caracas, su segundo hogar, el distinguido actor cerró los ojos a los 89 años. Las últimas semanas de su vida estuvieron marcadas por complicaciones de salud, incluida la reaparición de un cáncer que finalmente lo llevó al descanso eterno.

Venezuela despidió a uno de sus pilares artísticos, una estrella cuyo brillo trascendió las fronteras del tiempo.

Carlos Márquez no solo fue un actor, fue una leyenda que transformó el teatro venezolano. Su contribución no se limita a personajes en la pantalla, sino que se extiende a la esencia misma del arte escénico.

Aunque su presencia física se desvaneció, su espíritu persiste en las risas y lágrimas que generaron sus actuaciones. Su legado, como una luz que nunca se apaga, continúa guiando a las generaciones venideras a través del fascinante mundo del teatro. Carlos Márquez, un nombre que resuena con admiración y gratitud en cada rincón de las artes escénicas venezolanas.

Carlos Márquez
 
Carlos Márquez
 
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