En los últimos acontecimientos, Meghan Markle ha expresado su preocupación por la posibilidad de que sus hijos, Archie y Lilibet, reciban los títulos reales que les corresponden. Tras dejar sus altos deberes reales en 2020, Meghan y el príncipe Harry han expresado abiertamente su deseo de que sus hijos reciban un trato justo dentro de la institución real. Meghan destacó que, a pesar de su distancia de la vida real, su familia ha trabajado para defender la imagen de la Familia Real a nivel internacional, especialmente en América del Norte, y cree que sus hijos merecen un reconocimiento oficial por su herencia.

El argumento de Meghan se basa en la creencia de que Archie y Lilibet, como nietos del rey Carlos III, tienen derecho a títulos reales en virtud de la Ley Patente de 1917. Esta ley estipula que los hijos de los hijos del soberano deben recibir los títulos de príncipe y princesa. Sin embargo, ha habido un debate considerable dentro de la Familia Real sobre la asignación de estos títulos, especialmente desde que Harry y Meghan se han alejado de sus deberes oficiales.

La cuestión de los títulos reales adquirió especial importancia tras el fallecimiento de la reina Isabel II en 2022. Con la ascensión al trono del rey Carlos III, los hijos están ahora más cerca de la sucesión, lo que ha encendido aún más las discusiones sobre si deberían recibir automáticamente los títulos de príncipe y princesa. Inicialmente, a Archie y Lilibet se los llamaba “Maestro” y “Señorita”, títulos que reflejaban el estatus reducido de sus padres dentro de la jerarquía real. Aun así, Meghan ha argumentado que sus hijos han contribuido a llevar la influencia de la Familia Real a nuevos territorios y deberían ser honrados con sus legítimos títulos.

La seguridad es otro tema clave relacionado con los títulos reales. Meghan y Harry han expresado constantemente su preocupación por la seguridad de sus hijos, en particular durante sus visitas al Reino Unido. Los títulos reales les otorgarían el estatus de Su Alteza Real, que conlleva una seguridad financiada por los contribuyentes. Sin estos títulos, la familia Sussex ha enfrentado dificultades para garantizar la protección adecuada para sus hijos, lo que llevó a Harry a emprender acciones legales contra el gobierno británico para obtener seguridad personal a sus expensas.

Aunque el rey Carlos III no ha hecho comentarios públicos sobre este asunto, los expertos sugieren que está considerando las implicaciones de otorgar estos títulos a sus nietos. Muchos observadores especulan que el monarca está equilibrando la tradición con la naturaleza cambiante de la monarquía, en particular porque los roles de Harry y Meghan siguen siendo poco convencionales en comparación con otros miembros de la realeza de alto rango como el príncipe William y Kate Middleton. La elección del duque y la duquesa de Sussex de buscar una vida independiente de los deberes reales, manteniendo al mismo tiempo su linaje real, complica la decisión.

La opinión pública sobre este tema sigue dividida. Algunos apoyan la exigencia de Meghan de obtener títulos, considerándola una cuestión de justicia y seguridad para la familia. Otros sostienen que Harry y Meghan, que se han apartado voluntariamente de sus deberes reales y han establecido lucrativas carreras independientes, no deberían esperar títulos reales ni privilegios para sus hijos. Estos críticos a menudo señalan que los fondos de los contribuyentes no deberían destinarse a brindar seguridad a los miembros de la realeza que no trabajan.

En última instancia, la decisión recae en el rey Carlos III, y no está claro cómo se desarrollará esta situación. Mientras Meghan y Harry continúan su camino fuera de los roles reales tradicionales, los posibles títulos reales de sus hijos siguen siendo un símbolo de la dinámica cambiante dentro de la monarquía británica. Este debate en curso pone de relieve la tensión entre mantener las tradiciones reales y adaptarse a las circunstancias modernas.

El argumento de Meghan se basa en la creencia de que Archie y Lilibet, como nietos del rey Carlos III, tienen derecho a títulos reales en virtud de la Ley Patente de 1917. Esta ley estipula que los hijos de los hijos del soberano deben recibir los títulos de príncipe y princesa. Sin embargo, ha habido un debate considerable dentro de la Familia Real sobre la asignación de estos títulos, especialmente desde que Harry y Meghan se han alejado de sus deberes oficiales.

La cuestión de los títulos reales adquirió especial importancia tras el fallecimiento de la reina Isabel II en 2022. Con la ascensión al trono del rey Carlos III, los hijos están ahora más cerca de la sucesión, lo que ha encendido aún más las discusiones sobre si deberían recibir automáticamente los títulos de príncipe y princesa. Inicialmente, a Archie y Lilibet se los llamaba “Maestro” y “Señorita”, títulos que reflejaban el estatus reducido de sus padres dentro de la jerarquía real. Aun así, Meghan ha argumentado que sus hijos han contribuido a llevar la influencia de la Familia Real a nuevos territorios y deberían ser honrados con sus legítimos títulos.