Aunque creció escuchando a Ice Cube y Travis Scott, de pequeño cantaba los corridos que inmortalizaron las más grandes leyendas mexicanas. Hoy, la superestrella del mullet molón es casi tan famoso como sus ídolos del rap, y tan fascinante como los héroes populares de aquellas canciones.
Peso Pluma es incapaz de decidir qué tatuaje —el segundo del día, el primero es una imagen de la Virgen María— quiere hacerse en la espinilla. En un primer momento, el enjuto cantante y rapero mexicano de 24 años, CEO de su propio sello discográfico, se decanta por la insignia “Love”, de Vivienne Westwood, pero en plan cósmico, con Saturno (el planeta) en el lugar de la “o”. Busca el logotipo en su teléfono y se lo enseña a Ganga, uno de los varios tatuadores que se han reunido con él en su estudio de grabación en el condado de Orange, en California. Este lugar, escondido en un área comercial a tiro de piedra de Disneyland, alberga los proyectos poco convencionales a los que el artista se ha dedicado durante los últimos años.
Peso frunce el ceño y pide una segunda opinión a un miembro de su equipo. “Está perro”, concluye su amigo.
Pero a Peso no le convence del todo. Segundos más tarde, descarta el logo de la diseñadora y opta en su lugar por un tatuaje de la Superestrella de la franquicia Mario. Ganga sugiere que le quedaría mejor en otro sitio. Sin mediar palabra, Peso se baja los pantalones de chándal de Celine para que Ganga trace el contorno del símbolo en su muslo derecho. Antes de acabar, a Peso se le ocurre otra idea: la etiqueta de Parental Advisory. Un minuto después, se inclina por una cuarta opción: una araña. Ya tiene un arácnido tatuado en el hueso de la cadera derecha, un guiño a su amor de la infancia por las pelis de Spider-Man de la era de Tobey Maguire. “¿Y si me recorren la pierna de arriba abajo?”, pregunta a los presentes.
Esta cualidad —una ambición rayana en la comezón— ha guiado a Peso, de nombre Hassan Emilio Kabande, a través de un extraordinario ascenso que se ha disparado este último año. Fue el artista más visto de YouTube en Estados Unidos en 2023, superando a gigantes del pop como Bad Bunny o Taylor Swift. Su canción con Eslabón Armado, Ella baila sola, se convirtió en el primer tema local mexicano que entró en el Top 10 de Billboard; mezclando formas tradicionales y sonidos modernos, ha consagrado la música mexicana como un fenómeno global. En algunos círculos se le ha criticado por glorificar la cultura narco, pero también ha recibido amenazas de muerte de los cárteles de la droga. Entretanto, ha ganado un Grammy.
Ahora mismo, Peso se encuentra inmerso en la preparación de su próximo álbum, Éxodo, y también de un nuevo espectáculo en vivo que acompañará el lanzamiento. “Va a ser muy directo. Muy real”, explica Peso sobre esa inminente gira. “Sin pelos en la lengua”, añade.
Dada su breve pero asombrosa trayectoria musical, lo más probable es que sean un éxito mundial, pero también el próximo paso hacia una nueva era. Quiere ser algo más que el tipo que hace la música: Double P Records, la discográfica independiente de la que es copropietario, junto al veterano de la industria George Prajin, bulle de nuevas incorporaciones y lanzamientos. Peso cree que la música mexicana atraviesa un buen momento de talento emergente, y él quiere servir como alternativa de lo que considera un sistema a menudo depredador (con ese fin, es a la vez CEO y cazatalentos). Double P también funcionará como paraguas para otras actividades más allá de lo musical, como posibles proyectos para Hollywood. El día de mi visita, las obras de una sede propia de oficinas están en marcha: dos nuevos estudios, un gimnasio, sala de conferencias y todo lo relativo al trabajo de un sello discográfico.
Gafas de sol Gucci.
Sus ambiciones, en la música y en la vida, sorprenden incluso a sus más allegados. “A veces me quedo perplejo con los conocimientos que tiene siendo tan joven, y además, sin tanta experiencia en el negocio, ¿sabes?”, dice Prajin. “Me pregunto si es un alma vieja”, añade, con la veneración de un padre asombrado. “Como si una vieja estrella del rock se hubiera reencarnado en él”.
En un principio, Peso apareció en escena como la nueva voz de moda de la música mexicana, participando, en cierto modo, de la diáspora del pop mundial de la que han surgido superestrellas como sus compañeros Junior H y Natanael Cano. Pero casi de inmediato, activó un resorte aún más profundo. “Somos una nueva generación que creció escuchando mucha música, no solo música mexicana”, me cuenta Peso en las oficinas de Double P. “Creo que los artistas mexicanos que estamos aprovechando el momento somos todos jóvenes, y eso influye mucho. Sobre todo porque tenemos culturas muy variadas”, y añade que la “mezcla de gustos” de su generación contribuye a ese atractivo.
En cierto modo, solo era cuestión de tiempo que alguien como Peso se convirtiera en una superestrella. Cuando Prajin trabajaba vendiendo discos en el sur de California, en los 90, le sorprendían los chavales que “venían y buscaban a Chalino Sánchez, pero que también escuchaban a Notorious B.I.G.”. Aquello animó a Prajin a fusionar ambas tradiciones musicales, creando colaboraciones entre raperos y bandas mexicanas. “Pero nada de lo que hacía, por muy guay que fuera, cosechaba mucho éxito”, reconoce. Eso cambió cuando conoció a Peso. “Me dijo que sabía rapear, que quería hacer reguetón, que quería probar todos esos géneros diferentes. Y le pregunté: ‘¿Cómo quieres hacerlo”, recuerda Prajin. “Y me dijo: ‘Bueno, desde luego no quiero hacer ritmos con tuba ni nada parecido. Quiero hacer una canción de rap que suene como el rap de verdad. Y luego una canción local que suene como una canción local, y luego reguetón. Quiero hacer cada cosa a su manera’. Y sinceramente, dio respuesta a mi búsqueda de 25 años”.
Lo ha hecho de una forma única. Su música extravagante, su sedoso mullet Edgar, su afición por la ropa de marca y su voz, a medio camino entre el rollo de bar de carretera de Tom Waits y el tono áspero de Kurt Cobain, hacen que parezca, y que suene, como la estrella del futuro.
En ese sentido, le digo a Peso que me sorprende mucho cómo usa habitualmente en sus canciones la palabra Rubicón, como una cautivadora metáfora de las fronteras que ha cruzado. Pero resulta que me he pasado de lista: me explica que son referencias al Jeep Rubicon. Aun así, coches aparte, en los últimos meses se ha producido una transformación innegable. Ahora mismo, Peso Pluma no es solo una megaestrella de la música mexicana. Es un gigante global de la cultura pop, al nivel de los artistas famosos más multidisciplinares del momento, lo que le ha permitido liderar un cartel de primera categoría en Coachella, generar miles de vídeos de tiktokers que explican al detalle sus canciones y colaborar con los mismos iconos que pudieron haber empapelado la pared de su cuarto de adolescente. Sus salidas de tono habituales provocan titulares sensacionalistas. Es un fenómeno.
“Son dos caras de la misma moneda. Si te soy sincero, cuando hay momentos malos, digo: ¿Qué coño he hecho?”, admite, con su pulsera Alhambra de Van Cleef & Arples tintineando junto a otra personalizada con una serie de corazones rotos. “Pero cuando hay buenos momentos, digo: Gracias a Dios”.
En el estudio desde temprano, tumbado boca abajo en una cama plegable, mira como ausente en la pantalla de su móvil sus mensajes privados de Instagram, mientras Ganga le tatúa la Virgen María. De fondo suena una playlist de canciones de Éxodo y de hip-hop. En un momento dado, levanta la cabeza de la almohada y me mira. “Esta es mi vida”, dice, con una pequeña mueca de dolor cuando la pistola de tatuar zumba contra su piel.
Mientras que algunos tatuajes de Peso son celebratorios, otros parecen resultar proféticos. Años antes de saltar a la fama, se tatuó en el pecho All Eyez on Me, un homenaje a Tupac y a la vez una manifestación personal. Peso cree firmemente en la ley de la atracción. No es tanto que presintiera lo que le iba a suceder como que él hizo que sucediera.
Chaqueta Jacquemus. Camiseta y pantalón Rick Owens. Botas Marsèll. Collar De Beers. Pulsera (superior) Jacob & Co. Pulsera (inferior) David Yurman. Guitarra propia Taylor Guitars.
Durante su infancia en Guadalajara, México, el inquieto Peso disfrutaba asistiendo a fiestas familiares y quinceañeras, donde veía a músicos de talento tocar acordeones y bajo sextos. Por aquel entonces, su deseo era trabajar en la música en cualquier puesto que se le ofreciera en el negocio. “Si puedo hacer música, estupendo. Si puedo ser vocalista, estupendo. Si tengo que ser el que carga los instrumentos, también estupendo”, recuerda. “Quería formar parte de la industria como fuera”. Uno de sus primeros trabajos consistió en transportar instrumentos para la banda de su primo.
Estamos sentados en el único sofá de las oficinas de la discográfica, casi vacías. Peso está un poco amodorrado porque anoche estuvo trabajando en el estudio hasta las seis de la mañana con un “rapero muy famoso” (no dice quién), y su voz está afectada por un catarro del que aún no se ha recuperado. Un miembro de su equipo le trae el almuerzo: pasta Alfredo con pollo para llevar, acompañada de Fanta de naranja o Mountain Dew Code Red. Coge la Mountain Dew y la examina. “¿Tiene cafeína?”, pregunta en voz alta. Pasa de estimulantes; prefiere un suave colocón de hierba para aguantar todo el día.
En casa, la familia de Peso tocaba corridos, canciones narrativas populares que celebraban a vaqueros, criminales y héroes locales. Tenían debilidad por Chalino Sánchez, un cantante casi mítico cuya música dejó una profunda huella en Peso. “Chalino Sánchez era una leyenda”, dice entre bocados de pasta. Sánchez fue una figura controvertida tanto por su voz chirriante como por el contenido de sus canciones: espeluznantes historias de antihéroes que vivían al margen de la ley. Una vez, un fan descontento disparó a Sánchez durante un concierto, este respondió de la misma manera, y sobrevivió, a pesar de sufrir varias heridas de bala. Unos meses más tarde murió en misteriosas circunstancias tras un concierto en Culiacán, la capital del estado mexicano de Sinaloa. Se cree que una nota que le pasaron a Sánchez y que leyó en el escenario esa misma noche anunciaba su inminente asesinato.
Estas son algunas de las canciones —de las leyendas— entre las que se crio Peso. “La relevancia histórica de los corridos es que eran relatos sobre hombres valientes”, explica Peso. “Eso ha cambiado. Ahora no es así”. De hecho, los temas más populares y polémicos de este género hoy en día son los llamados narcocorridos, canciones escritas sobre (y a veces encargadas por) traficantes de droga, que ganaron popularidad en la década de los 80. Los corridos modernos de Peso le han hecho inmensamente popular, pero también han generado un efecto disuasorio: funcionarios del gobierno de Chile lo denunciaron antes de un concierto previsto allí, ya que afirmaban que su actuación contribuiría a la “normalización de la cultura narco” en el país. Canceló ese concierto, y otro en Tijuana tras recibir amenazas de muerte de un cártel de la droga; sobre ellos dicen que estaban molestos por unas letras que alababan al traficante rival, Joaquín Guzmán El Chapo.
Pero Peso afirma que atribuir ese poder a los corridos es malinterpretar su atractivo. “Creo que el arte de todo esto, de los corridos —y es delicado hablar sobre esto, pero hay que tratarlo con trasparencia— es que cuentan la realidad de las cosas”, propone, distinguiendo entre las letras literales que canta y cómo las interpreta el público. “Hay muchas cosas que no salen en la tele, muchas cosas que la gente no sabe. Los corridos no son solo para narcotraficantes, delincuentes o criminales. También pueden ser para un médico, para un abogado, para un estudiante, para un amigo”. De hecho, la tradición es tan importante en la forma en que Peso se concibe a sí mismo que, durante su exitoso concierto en Coachella de esta primavera, mostró imágenes de músicos de corridos como Sánchez en el escenario, a sus espaldas. Cerró su actuación con una galería de diapositivas de sus antepasados corridistas en pantalla grande, y la última era una imagen suya
De niño, Peso también sentía una gran atracción por raperos como Drake, Ice Cube o Travis Scott, fascinado por cómo contaban las historias de sus canciones.“No aprendí inglés de los libros, ni de profesores, ni del colegio”, admite. “Muchos álbumes de rap de cuando era pequeño influyeron en mi deseo de entender el inglés. Para saber lo que contaban, a qué se referían con ese vocabulario, la jerga que utilizaban”.
Look completo Rick Owens.
Peso cuenta que, finalmente, sus amigos le animaron a subirse al escenario durante esas fiestas familiares, donde bandas completas improvisaban canciones norteñas y corridos en directo. “Uno ya pedo pues se sube [al escenario], ¿me entiendes?”, dice sonriendo. Después de una o dos copas, la perspectiva de cantar delante de amigos y desconocidos no impone tanto. Para esas pequeñas pero animadas multitudes, interpretaba canciones mexicanas populares. En Culiacán, Peso también entabló relación con su primo, Tito Double P, músico y compositor emergente. Tito escribió el que se convertiría en el primer éxito de Peso, una colaboración con el también vocalista Raúl Vega: El Belicón, repleta de referencias a bazucas y coches deportivos. Acompañados por una banda al completo, Vega y él presumían de la gran flota de coches deportivos con la que iban a todas partes. Este provocativo primer tema pronosticó que su manera de hacer las cosas sería un tanto diferente.
Según Peso, los mundos en apariencia dispares del rap y los corridos están entrelazados en espíritu. “Obviamente, sabemos que son dos estilos y géneros diferentes que proceden de culturas, países e idiomas diferentes”, reconoce el cantante. “Pero al fin y al cabo, en el hip-hop y en el rap, al igual que en los corridos, y en otros géneros urbanos como el reguetón, se habla de la realidad. No estamos fomentando la delincuencia en absoluto. Solo hablamos de cosas que suceden en la vida real… Se trata de proyectar eso a la gente. Por eso el público se identifica tanto con el rap, con el hip-hop y con los corridos: la originalidad, la autenticidad, que no les estamos mintiendo… Saben que es real”.
La revelación de Peso no podría haber sido más oportuna. A partir de la década de 2010, los corridos comenzaron a dividirse en diferentes subgéneros y a tomar impulso. Influyó que Peso también poseía esa habilidad innata de la Generación Z a la hora de reinventar continuamente la rueda, necesaria para mantener la atención cada vez más fracturada de la gente. Peso capitalizó su éxito inicial con una serie de colaboraciones, a la vez que se inspiraba en los corridos tumbados —canciones que intercalaban elementos de lo urbano, el trap y otros géneros— que surgieron en el zeitgeist de artistas como Junior H o Natanael Cano. A partir de aquel momento, todo sucedió a un ritmo vertiginoso.
“Ya había cierto movimiento antes”, explica Prajin, que, además de ayudarle a dirigir Double P, es mánager de Peso. “La diferencia es que llega Peso Pluma, con su carisma y su voluntad de violentar los límites de la música, de llevarla a diferentes regiones, a diferentes países. Básicamente, aprovechó lo que estaba sucediendo con los corridos tumbados que crearon otros. Pero él conectó esa autovía con la autopista internacional”.
Más tarde, en el estudio, con Ganga ocupado en el nuevo tatuaje de Peso, al cantante se le une su productor Jesús Iván Leal Reyes (alias Parka) y se ponen a cantar corridos de generaciones anteriores. Parka hace vibrar la guitarra mientras interpretan Señor Talento y Nuestro olvido. Luego Parka toca los acordes de Descansa General, una canción (versionada por Sánchez) que describe el ascenso al poder y el asesinato del general revolucionario Pancho Villa. “Tíos, estos son los corridos que tocaban durante la Revolución mexicana, en 1910”, explica a todos en el estudio. “Es un corrido sobre Pancho Villa. Un revolucionario mexicano… Un criminal, un mafioso. Iba por la calle con sus pistolas y tres chicas a su lado”.
A finales de enero de 2023, abrigado con una sudadera Burberry, Peso se grabó un breve vídeo en Times Square. Su canción PRC, con Natanael Cano, sonaba en todo el mundo, y era la primera vez que aparecía en esas pantallas gigantes. Pasándoselo pipa, Peso le preguntó a alguien fuera de cámara: “¿Peter Parker es de aquí?”. Cuando le dijeron que sí, que Spider-Man es de Nueva York, asintió satisfecho con la cabeza y una sonrisa colosal se le dibujó en el rostro. El vídeo se hizo viral de inmediato, y desde entonces sus fans le llaman Spider-Man (él lleva además una cadena con la imagen del personaje de Marvel).
Chaqueta, pantalón y botas Louis Vuitton by Tyler, The Creator. Camiseta interior Calvin Klein. Cadena Jacob & Co.
Es una locura ver ese vídeo un año después. En primer lugar, es imposible imaginarse ahora a Peso paseando tranquilamente por Times Square sin una multitud detrás. También llama la atención lo asombrado que se muestra en ese clip de TikTok. Da la sensación de que Peso aún no se ha acostumbrado a ser una celebridad. Pero su descarada personalidad como Peso Pluma le da cierta paz, no muy diferente de cuando Peter Parker se convierte en el Asombroso Hombre Araña. Cuando lleva puesta la máscara de Peso Pluma, asegura, le “importa todo una mierda”.
Cuando no está en modo Peso, intenta pasar desapercibido, aunque hay excepciones. “Cuando no estoy trabajando, voy al gimnasio. Cuando no estoy en el gimnasio, estoy jugando a la PlayStation”, dice. “Cuando no estoy jugando a la PlayStation… a lo mejor voy al puto Louis Vuitton a gastarme 50.000 pavos”.
Le pregunto a Prajin cómo cree que Peso se está adaptando a la fama. “Es un contrato: te haces famoso, pierdes tu intimidad”, responde. “Puede que estés preparado para los elogios y tal vez incluso para el dinero, pero no para los efectos colaterales que vienen con ello. Creo que él siempre confió en que iba a triunfar, pero no creo que imaginara que iba a ser tan duro en lo relativo a su vida”.
Peso admite que los últimos meses han sido complicados. Él y su novia, la música argentina Nicki Nicole, rompieron a ojos de todo el mundo. Poco después, canceló una serie de conciertos en Sudamérica, entre otros el que suscitó las críticas del gobierno chileno. Dice que canceló esos espectáculos porque necesitaba descansar la voz, y que el breve parón fue reparador. “Tuve la oportunidad de estar tranquilo, de darme tiempo para trabajar en mi álbum”, reconoce. “Para trabajar en mí mismo, para estar bien física y emocionalmente”. Pero a renglón seguido, Peso añade: “No parar de trabajar es lo más sano para mí, como artista y como persona. Porque mi terapia y mi catarsis, mi forma de desahogarme, es a través de la música”.
Look completo y botas Saint Laurent by Anthony Vaccarello.
Las verdaderas ambiciones de Peso parecen ir más allá de la mera búsqueda de la viralidad. Va a seguir lanzando música de forma independiente, construyendo su sello discográfico. Prajin destaca la habilidad de su socio para encontrar artistas que impulsen la música mexicana y tengan potencial global. Peso insiste en que su interés por la música es sólido y no un accidente del algoritmo. “Creo que estamos viviendo una época dorada de la música mexicana”, insiste. “Tenemos que aprovecharlo y apoyar a los nuevos talentos que están surgiendo”. Pero también está barajando la posibilidad de hacer una serie de televisión sobre su vida, y Prajin dice que además quiere lanzar una colección de moda.
Que un joven tenga ideas tan grandes es toda una hazaña. En la actualidad, Peso practica el catolicismo, y su fe es claramente visible: en el fondo de escritorio de su iPhone (una imagen de la Virgen de Guadalupe), en las citas bíblicas de sus discos, en sus tatuajes. Éxodo, por supuesto, hace referencia a la historia de cuando Moisés abrió el Mar Rojo. “Creo que eso es lo que está pasando con Peso Pluma y con este proyecto”, me cuenta. “Creo que hemos conseguido abrir una barrera que era impenetrable. Pensaban que sería imposible, ¿no? Y creo que lo hemos conseguido”.
“Creo que mucha gente no creía en nuestro talento”, dice. “Creo que no creían en lo que hacemos. Que los mexicanos somos chingones y podemos competir con cualquiera que nos pongan al lado”, asegura.
Cuando salgo del estudio esa noche, Peso sigue dándole vueltas a qué tatuaje se hará después de la Virgen María. Pero unos días más tarde sube una foto suya actuando en Pa’l Norte, un festival de Monterrey, en México, y me fijo en la tinta negra que lleva en la pierna. Al final se decidió por la estrella: el poder que permite a Super Mario sortear los obstáculos, haciéndole inmune a todo lo que se interponga en su camino.
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