Tengo 35 años y soy directora de recursos humanos en una empresa extranjera. En cuanto a mi personalidad, soy bastante fuerte e independiente, trabajo duro y siempre me entrego por completo en mis relaciones. Mi esposo tiene 38 años y es el director ejecutivo de una empresa de fabricación de maquinaria.

Descubrí que mi esposo me estaba engañando a través de mensajes y varias señales en nuestra vida cotidiana. Pero, a diferencia de lo que la gente pensaría, no me desplomé como se esperaba. Tal vez porque ya había sentido las grietas en nuestro matrimonio desde hace mucho tiempo, o quizás porque ya estaba acostumbrada a soportar. Elegí guardar silencio, no hacer un escándalo y dejar que todo pasara en silencio. Mientras tanto, mi esposo parecía aprovechar la situación, viviendo abiertamente con su amante durante dos años.

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Durante todo ese tiempo, durante el día seguía sonriendo, cuidando de mi familia y mis hijos. Pero por la noche, no podía dormir. La traición es algo que es difícil de aceptar. Además, no podía terminar mi matrimonio de manera tan simple. Esperaba una oportunidad, una oportunidad que pudiera ayudarme a liberarme de este dolor. Y entonces, esa oportunidad llegó.

Un día, mi esposo llegó a casa feliz y me dijo que había comprado una casa nueva y planeaba vender la antigua. Yo sabía perfectamente que esa casa la había comprado junto con su amante. Ellos planeaban venderla porque era nuestra propiedad conjunta, y así se quedarían con todo mi dinero.

Él pensó que yo reaccionaría como siempre, aceptando todo en silencio. Pero esta vez, sonreí. Porque sabía que las malas acciones de ellos finalmente tendrían consecuencias.

Le dije que no estaba de acuerdo con vender la casa, a menos que dejara a su amante. Para comprar esas propiedades, algunas de ellas habían sido registradas a mi nombre, ya que yo era su esposa legítima. Pensé que se encolerizaría, pero él reaccionó sorprendentemente tranquilo y hasta aceptó mi condición. Entonces, mi esposo y su amante comenzaron una larga negociación. Mientras tanto, yo planeaba en secreto mi siguiente paso.

Durante las negociaciones, encontré sus puntos débiles. Resulta que para comprar esas casas, habían adquirido cinco propiedades, pero en todos los documentos seguía figurando mi nombre, porque yo era su esposa legal. En ese momento, no pude soportarlo más, y decidí exponer la verdad.

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Comencé mi plan. El primer paso fue reunir pruebas. Encontré registros de llamadas, mensajes y hasta pruebas de que estaban involucrados en fraudes inmobiliarios. El segundo paso fue descubrir a sus cómplices. Encontré un grupo de personas que estaban ayudando a mi esposo y a su amante a falsificar contratos.

Cuando todo estuvo listo, decidí revelar la verdad sobre nuestro matrimonio. Consulté a un abogado y presenté todas las pruebas frente a él.

Él se quedó atónito, sin poder creer que yo había soportado todo en silencio durante todo ese tiempo.

Le dije que había demandado a él y a su amante, y que tendrían que pagar por todo lo que habían hecho. Y yo, finalmente, podría liberarme de este matrimonio tan doloroso. Me sentí satisfecha al ver que él lo perdía todo. Sabía que mi venganza había tenido éxito.

Después del divorcio, comencé una nueva vida. Recuperé mi identidad, me convertí en una mujer independiente y segura de mí misma. Abrí mi propia empresa y viví una vida plena.

Mi exesposo, por el fraude, fue encarcelado junto con su amante. Yo creo que esa fue la consecuencia que ellos debían enfrentar.

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No me arrepiento de mi decisión, porque solo cuando uno pierde todo, realmente empieza a arrepentirse de lo que ha hecho. En el momento del divorcio, sonreí. Porque sabía que finalmente había escapado de esta trampa matrimonial.

Usé el silencio para obtener la oportunidad de hacer justicia por mí misma. Soy una mujer que fracasó en el matrimonio, pero también soy una mujer que ha triunfado en la vida. Espero que mi historia dé fuerzas a las mujeres que están siendo infelices en su matrimonio o que, como yo, han sido traicionadas.

Mujeres, nadie se encargará de la felicidad de tu vida, solo tú puedes luchar por la felicidad que mereces. No te quedes esperando que tu esposo se encargue de ti para siempre. Incluso si él te ama mucho ahora, no puedes estar segura de que algún día no te dará la espalda.

La única persona que nunca te traicionará en esta vida eres tú misma. No importa cuántos años tengas, siempre debes ser independiente y tomar el control de tu vida. Te deseo más felicidad que la que yo tuve.