Sandro, conocido como “El gitano”, dejó una huella imborrable en el corazón de millones de fanáticos a lo largo de su carrera. Su potente voz y carisma en el escenario lo convirtieron en un ícono de la música latina, pero su vida estuvo marcada por desafíos personales que pocos conocían. A medida que se cumplen 14 años de su partida, su legado sigue resonando en el panorama musical.

Nacido el 19 de agosto de 1945 en Buenos Aires, Sandro fue el único hijo de Vicente Sánchez e Irma Ocampo. Creció en un barrio humilde de la periferia del Gran Buenos Aires, donde su infancia estuvo influenciada por las raíces familiares y las historias de su abuelo húngaro, miembro de la comunidad gitana. Desde joven, encontró en la música su refugio, inspirado por el rock and roll y, en particular, por Elvis Presley. A los 13 años, presenciar un concierto de su ídolo selló su destino como artista.

Sin embargo, el camino hacia el estrellato no fue fácil. Tras abandonar la escuela secundaria para ayudar a su familia, logró adquirir su primera guitarra y comenzó a perfeccionar su talento. Inicialmente conocido como Roberto Sánchez, su carrera despegó cuando adoptó el nombre artístico de Sandro. En 1963, su banda “Los de fuego” grabó su primer sencillo, pero fue en 1964 cuando lanzó una versión en español de un éxito internacional, lo que lo catapultó a la fama.

La popularidad de Sandro creció rápidamente, y sus apariciones en televisión lo convirtieron en un fenómeno cultural. Su estilo único, combinado con movimientos inspirados en Elvis, le valió el apodo de “Elvis criollo”. Sin embargo, tras las luces y el aplauso, enfrentó batallas internas, especialmente con el alcohol y el tabaco, que impactaron gravemente su salud.

A pesar de sus luchas, la vida de Sandro estuvo llena de amor y pasión por la música. Su relación con Olga Garaventa, quien se convertiría en su esposa, fue una parte fundamental de su historia. Aunque no comenzaron siendo fanáticos el uno del otro, su vínculo creció con el tiempo, y en 2007 se casaron en una ceremonia íntima. Olga fue su compañera incondicional, enfrentando juntos los retos que la enfermedad trajo a sus vidas.

La carrera de Sandro abarcó no solo la música, sino también el cine, donde participó en importantes producciones. A lo largo de los años, lanzó varios álbumes que cimentaron su estatus como figura destacada de la balada romántica. Canciones como “Rosa, Rosa” y “Las manos de mi padre” se convirtieron en clásicos, reflejando su evolución artística.

Sin embargo, la vida personal de Sandro estuvo marcada por tragedias, incluida la pérdida de su padre y la difícil relación con su salud. En 1998, se le diagnosticó enfisema pulmonar crónico, lo que lo obligó a retirarse de los escenarios. A pesar de ello, en 2001 presentó “El hombre de la rosa”, utilizando un suministro de oxígeno para actuar, demostrando su inquebrantable dedicación a su arte.

El 4 de enero de 2010, Sandro falleció tras complicaciones de salud, dejando un vacío en la música latina. Su muerte fue sentida profundamente, y miles de admiradores acudieron a rendirle homenaje en el Congreso Nacional de Argentina. Su legado perdura en cada nota y en cada recuerdo compartido por sus fanáticos.

Olga Garaventa, al reflexionar sobre su vida juntos, ha compartido detalles íntimos sobre el artista y los desafíos que enfrentaron. Su historia es un recordatorio de que incluso las estrellas más brillantes pueden tener un lado oscuro, pero también de que el amor y la música tienen el poder de transformar vidas.

Hoy, 14 años después de su partida, Sandro sigue siendo recordado como un ícono de la música latina, y su legado continúa inspirando a nuevas generaciones de artistas y fanáticos. Su historia es una mezcla de inspiración, lucha y amor, un verdadero testimonio de su impacto en el mundo de la música.