Con la eliminación de España en el torneo, se consumó el retiro profesional de uno de los más grandes en la historia del tenis.

Rafael Nadal durante sus últimos momentos como tenista profesional.
Rafael Nadal durante sus últimos momentos como tenista profesional. Crédito: Manu Fernandez | AP

Rafael Nadal terminó su carrera profesional en el tenis. El balear cayó en el primer partido de los cuartos de final de la Copa Davis entre España y Países Bajos y la losa fue muy pesada para el equipo capitaneado por David Ferrer; Carlos Alcaraz igualó 1-1 la serie con una victoria sobre Tallon Griekspoor, pero el equipo cayó en el punto decisivo en dobles donde repitió Alcaraz y apareció Marcel Granollers para perder en dos sets 7-6(0) y 7-6(3) contra Botic Van de Zandschulp y Wesley Koolhof.

Con este resultado, se finiquitó la despedida de las canchas del ya legendario Rafa Nadal, quien desde el mes pasado anticipó que con la eliminación de su equipo en el torneo vendría su retiro.

El tenista balear se despidió como profesional después de más de dos décadas de una trayectoria plagada de éxitos, un recorrido legendario con veintidós títulos del Grand Slam y 209 semanas como número uno.


Desafortunadamente, su despedida no fue como él hubiera querido, ya que no obtuvo el resultado que esperaba en su primer encuentro y dejó a su equipo contra la pared tras caer por 6-4 y 6-4 ante Van de Zandschulp.

Rafa Nadal termina su carrera, pero su leyenda apenas empieza

Daba la sensación de que no iba a llegar nunca este día que anunció hace algo más de un mes, en un vídeo de más de cuatro minutos y medio que invadía de agradecimientos, de nostalgia y de emoción que establecía el punto y final de una carrera increíble, impensable en su momento y fijaba para Málaga, para la selección, para la Copa Davis del 2024 que acaba de terminar para el equipo español y para Rafael Nadal.

Fue una mañana de un 10 de octubre cuando el mejor deportista español de la historia hacía público el mensaje, elaborado y meditado en el que asumía su nueva realidad, distante de la cancha, abocado por las lesiones que le han acosado en los dos últimos años y que frustraron cualquier intento de volver a ser el que fue. El que pudo tantas veces con tantas dolencias, el que salió airoso de cada contratiempo. El capaz de lo imposible, el ilusionista experto en llevar a la realidad los sueños. Los suyos y los de sus seguidores.

Pocos con más éxitos y días y noches de gloria que Rafael Nadal, resignado en los últimos tiempos a planear más su retiro que las metas por venir como tantas y tantas temporadas. Porque en los últimos meses su presencia en la pista ha sido con cuentagotas. Intentos frustrados, tentativas plagadas de sinsabores en cada uno de los últimos eventos que pretendía afrontar. Cada vez era más y más difícil, sin estabilidad. Trabas más tempranas de lo previsto que inhabilitaban cualquier intento de continuidad, de crecer, de sumar.

Eran momentos de indecisión, de resistencia al adiós, de fe a sus fuerzas de bregar contra el destino, la naturaleza o la realidad. Lejos de los momentos decisivos y del potencial de sus rivales confió en asentar la buena salud y recuperar su capacidad. Y elegir el final. Se había ganado el derecho.

París y los Juegos Olímpicos, en su casa, en Roland Garros, podía ser la prueba definitiva.

Pero los pasos por cada evento eran ya una despedida. El público, el seguidor, tenía más asumida la marcha de su ídolo que el propio jugador que daba la sensación de esperar hasta el límite, hasta que no hubiera remedio, hasta que sintiera que el devenir le llevaba a la puerta de salida.

Como componente de la selección española, en las Finales de la Copa Davis, en Málaga, en busca de un título más, el sexto con el equipo nacional, un epílogo por todo lo alto, en el mismo escalón que su historial, como merece, en manos del éxito con el que tantas veces convivió.

Daba la sensación de que no iba a llegar nunca aquello que anunció en un video de poco más de cuatro minutos, cuando empezó la cuenta atrás, cuando arrancó la despedida que llegó, el principio del fin que se ha escrito.

Momentos para recordar que este deportista único abrazó veintidós Grand Slam, más que nadie después de Novak Djokovic, catorce en Roland Garros, el mejor de siempre, con 92 trofeos del circuito en su mochila más los obtenidos en la Copa Davis, 209 semanas como número uno, con dos medallas de oro olímpicas, una individual y una en dobles y un sinfín de reconocimientos individuales.

La Copa Davis en Málaga fue el epílogo, la última página, el adiós, the end. El final de una bonita y legendaria historia.


*Con información de EFE.