La violencia doméstica, en todas sus formas, es una de las problemáticas sociales más devastadoras. No solo impacta a quienes la sufren de manera directa, sino también a las futuras generaciones. En casos como el de Mónica, una joven de 23 años, se entrelazan historias de dolor, miedo y desesperación, donde las víctimas parecen no tener salida.

Mónica aguanta humillaciones porque no tiene a dónde ir

Mónica, madre de dos pequeñas, está atrapada en un círculo vicioso de maltrato, amenazas y abandono. Su esposo, Luis, un hombre violento, la golpea, la humilla y la amenaza constantemente. A pesar de este panorama, Mónica no sabe cómo salir de esta situación. Las redes de apoyo a las víctimas de violencia familiar son clave para romper este ciclo, pero el miedo y la dependencia emocional son tan poderosos que a menudo parecen insuperables.

La Cárcel Emocional: ¿Por qué las víctimas no se van?

Una de las razones más comunes por las que las víctimas de violencia no se van de sus hogares es la percepción de que no tienen alternativas. Mónica, como muchas otras, teme que si se va, no tendrá dónde ir, ni cómo sobrevivir. En su caso, ha quedado distanciada de su madre desde que quedó embarazada de Luis, y no cuenta con un refugio donde pueda llevar a sus hijas para estar a salvo.

Sin embargo, como bien se menciona en casos como este, las alternativas están presentes, aunque a menudo no se ven debido a la “cárcel emocional” que crea el maltratador. Esta cárcel emocional no solo bloquea la visión de opciones, sino que también genera una falsa sensación de que no se merece algo mejor, o de que “es imposible” romper con esa relación. El ciclo de violencia se perpetúa porque la víctima, como en el caso de Mónica, cree que no hay salida.

Afortunadamente, las redes de apoyo son cruciales. En este caso, se sugiere que Mónica recupere contacto con su madre, aunque inicialmente podría recibir una negativa. Las mamás, aunque enojadas, suelen abrir la puerta cuando sus hijos e hijas realmente necesitan ayuda. Si no fuera así, los albergues para víctimas de violencia doméstica también son una opción.

Mónica aguanta las humillaciones de Luis porque no tiene a dónde ir |  Acércate a Rocío

La Violencia Psicológica y el Control de las Hijas

Luis no solo ha maltratado a Mónica, sino que también ha utilizado a las hijas de ambos como una herramienta de control. Las amenazas de quitarle la custodia de las niñas son una forma de violencia psicológica conocida como “interferencia parental”, un delito que no solo afecta a la madre, sino también a los hijos, quienes son sometidos a un entorno inseguro y perjudicial.

Es importante entender que este tipo de violencia no solo es dañina para la mujer, sino también para los niños. La corte, al tomar en cuenta las denuncias de violencia, debe actuar en función de proteger a los menores de edad, pues ellos también están viviendo situaciones de abuso emocional que pueden repercutir en su desarrollo futuro.

La Salida: ¿Por qué No Esperar una Tragedia?

Las situaciones de violencia doméstica no se resuelven por sí solas, y si no se toman medidas, la tragedia es inminente. En este caso, Luis no solo está violando las leyes de convivencia familiar, sino que también se encuentra involucrado en actividades ilícitas que, si son denunciadas, podrían poner en riesgo su libertad y la estabilidad de la familia. En este contexto, las amenazas que realiza a Mónica, como la de quitarle a las hijas, no son más que manipulación.

Es importante recalcar que, en el sistema legal, el hecho de que Mónica trabaje en condiciones difíciles, incluso en la prostitución, no es un impedimento para que ella tenga la custodia de sus hijas. Lo que es ilegal y punible es la violencia que ella está viviendo, tanto física como psicológica. Mónica tiene derecho a criar a sus hijas en un entorno libre de violencia, aunque las circunstancias le hayan obligado a tomar decisiones difíciles para sobrevivir.

Un Llamado a la Acción

El caso de Mónica es solo uno de los miles que ocurren diariamente en hogares donde el miedo y la desesperación mantienen a las víctimas atrapadas. Sin embargo, es posible salir de la violencia, aunque el proceso sea largo y doloroso. La red de apoyo es fundamental para poder dar los primeros pasos hacia la libertad.

Si tú o alguien que conoces está viviendo una situación similar, es crucial entender que siempre hay opciones. Las víctimas deben buscar ayuda, ya sea en refugios, con familiares o a través de servicios sociales y organizaciones dedicadas a la protección de las mujeres y los niños. La violencia no tiene que ser una condena de por vida. La decisión de romper con ese ciclo depende de la persona, pero nunca debe estar sola en ese camino.

En este caso, como en muchos otros, la principal preocupación es el bienestar de las hijas de Mónica. Lo que se les enseña hoy afectará su futuro, y no solo en términos emocionales, sino también como modelos de lo que aceptan en sus vidas. La violencia, ya sea física o emocional, solo perpetúa más violencia. Es hora de romper con ese ciclo, por Mónica, por sus hijas, y por todas las víctimas que sufren en silencio.