Enrique Alfaro: Un balance cuestionado de su mandato en Jalisco

Que siempre no: Enrique Alfaro podría participar en otra elección en el  futuro

Enrique Alfaro, gobernador saliente de Jalisco, cerró su mandato en medio de una controversia constante. A lo largo de sus seis años de gobierno, la gestión de Alfaro estuvo marcada por altos índices de violencia, corrupción y conflictos con medios de comunicación y periodistas. En su último informe, Alfaro intentó proyectar una imagen de éxito, afirmando que Jalisco había logrado importantes avances en la reducción de la delincuencia. Sin embargo, los datos de su administración y las críticas que surgieron desde diversos sectores ponen en duda la veracidad de estas afirmaciones.

Uno de los aspectos más cuestionados de la gestión de Alfaro fue la creciente violencia en Jalisco. Durante su mandato, el estado se posicionó como uno de los más afectados por la delincuencia organizada, con tasas alarmantes de desapariciones forzadas y homicidios. De hecho, Jalisco fue el primer lugar a nivel nacional en desapariciones forzadas, un dato que la administración de Alfaro no pudo ocultar, pese a sus intentos de minimizarlo. En sus declaraciones más recientes, Alfaro se atrevió a culpar a los medios de comunicación y a los creadores de contenido que no se alinearon con su gobierno, sugiriendo que estos habían distorsionado la realidad. Sin embargo, las estadísticas y los testimonios de víctimas no dejan mucho espacio para la duda: la inseguridad en Jalisco creció a pasos agigantados.

El propio gobierno de Alfaro reconoció que uno de los mayores problemas durante su administración fue el creciente endeudamiento del estado. El gobernador prometió en campaña que no aumentaría la deuda pública, pero al final de su mandato, Jalisco se encontró con un pasivo de casi 40,000 millones de pesos. Esto representó una grave contradicción con su discurso de “refundación” del estado, que fue anunciado con gran pompa durante su último informe de gobierno.

A nivel político, la gestión de Alfaro estuvo marcada por sus constantes enfrentamientos con periodistas, activistas y sectores de la sociedad civil que cuestionaron sus políticas. Su actitud hacia los medios fue cada vez más hostil, lo que desató una serie de tensiones que incluyeron acusaciones de persecución política, amenazas e incluso la participación de actores del crimen organizado en la esfera política de Jalisco. Esta dinámica no solo afectó la libertad de prensa, sino que también dañó la confianza de la ciudadanía en su gobierno.

Además, a la creciente inseguridad y los escándalos financieros, se sumaron los conflictos con la universidad y con diversas organizaciones sociales que denunciaron el autoritarismo y los negocios oscuros del gobierno de Alfaro. La falta de transparencia en la asignación de obras públicas y los señalamientos de corrupción estuvieron presentes durante todo su mandato, y la relación con su compadre y actual alcalde de Guadalajara, Pablo Lemus, fue vista por muchos como parte de una red de intereses que priorizó el beneficio de unos pocos sobre el bienestar de la mayoría.

Uno de los momentos más absurdos de este mandato fue, quizás, el último informe de gobierno de Enrique Alfaro. En este evento, el gobernador no solo se mostró distante de la realidad, sino que llevó a cabo un espectáculo que muchos calificaron de ridículo. Se arrodilló ante un banquito, emulando una imagen de humildad que contrastaba con la percepción pública de su gestión, marcada por la opacidad y los conflictos. En lugar de hacer una autocrítica sobre la grave situación de inseguridad y la falta de resultados en áreas clave, Alfaro se dedicó a señalar a los medios y a sus críticos, buscando desviar la atención de los problemas reales que aquejaban al estado.

Lisa Marie Presley kept dead son's body at home for 2 months after his death

Ahora, con el fin de su mandato, Alfaro se prepara para abandonar la política y trasladarse a España. En una entrevista con el periodista Joaquín López Dóriga, el exgobernador mencionó que su intención era dedicarse al fútbol, específicamente al entrenamiento de Chivas. Para muchos, esta es una señal clara de que su ambición política ha llegado a su fin. Sin embargo, no es difícil imaginar que en el futuro busque un regreso a la política, tal vez con la mira puesta en un escaño legislativo o incluso en la presidencia de la República, tal como algunos lo especulan.

Lo cierto es que, al final de su mandato, Enrique Alfaro deja un legado controvertido y lleno de sombras. La inseguridad, la deuda, los escándalos de corrupción y la confrontación con medios y activistas marcan su paso por el gobierno de Jalisco. Mientras algunos se atreven a defender su gestión, la mayoría de los jalicienses y observadores coinciden en que los resultados son poco satisfactorios. En lugar de refundar el estado, lo que dejó fue un Jalisco más inseguro y dividido, donde la justicia sigue siendo un lujo para unos pocos, y la impunidad parece ser la norma.

Así, la salida de Enrique Alfaro de la política no parece ser más que una pausa temporal. Si regresa, lo hará como un actor más en un escenario político que, lejos de mejorar, sigue plagado de los mismos vicios que él mismo contribuyó a fomentar.