La Casa del Bosque: Un Refugio de Sombras y Secretos

Patricia nunca imaginó que su vida cambiaría de manera tan drástica. Después de ser abandonada por su esposo Rafael, se encontró sola, sin recursos, y con un hijo pequeño llamado Robin. Sin embargo, un giro inesperado del destino le dejó una casa antigua y solitaria en el bosque, una propiedad que Rafael había sido tan generoso de darle, aunque sus motivos no eran claros. Lo que comenzó como una nueva oportunidad pronto se convirtió en una pesadilla de secretos oscuros, misterios y presencias inquietantes.

Cuando Patricia y Robin llegaron a la casa, algo en su interior le decía que no todo era lo que parecía. La mansión victoriana, aunque majestuosa, mostraba señales de abandono: las ventanas oscuras, el jardín cubierto de maleza y la puerta principal crujiente, como si resistiera la entrada de nuevos inquilinos. A pesar de las inquietudes, no tenían opción. Tras la separación de Rafael, Patricia se vio obligada a aceptar esta propiedad como un refugio para ella y su hijo.

Dentro de la casa, el ambiente era frío y sombrío. Los muebles cubiertos con sábanas blancas, los gabinetes de la cocina llenos de latas oxidadas y la sensación constante de estar siendo observados crearon un aire de desolación. Los espejos estaban cubiertos, como si alguien intentara esconder algo, y Robin, con su inocente curiosidad, mencionó algo inquietante: “¿Por qué los espejos están tapados?”. A pesar de la extraña atmósfera, Patricia intentó mantener la calma, pero no podía dejar de sentir que algo estaba terriblemente mal.

La noche llegó con una sensación palpable de tensión. Los ruidos extraños comenzaron: pasos en el piso superior, puertas que crujían y susurros que llenaban el aire. La casa parecía estar viva, respirando a través de sus paredes y pisos. Patricia, aunque aterrada, trató de convencer a su hijo de que todo estaba bien. Sin embargo, cuando Robin comenzó a hablar de una mujer que lo visitaba, una figura de blanco que vivía en la casa, los temores de Patricia se intensificaron.

La mujer, según Robin, también hablaba de una “prima Raquel” y mencionaba cosas sobre el sótano, un lugar oculto y oscuro. La curiosidad de Patricia se desbordó cuando, después de explorar la casa, descubrió una puerta pequeña bajo las escaleras, asegurada con un candado oxidado. La casa no solo albergaba secretos físicos, sino también ecos de voces y presencias del pasado.

En su búsqueda por desentrañar la verdad, Patricia encontró un antiguo baúl en el segundo piso, lleno de muñecas de porcelana y un libro rojo. Este libro contenía los oscuros secretos de Rafael y su prima Raquel: documentos que revelaban un desvío de fondos millonarios, sobornos y un plan macabro para encubrir sus crímenes. En ese momento, Patricia comprendió que su matrimonio con Rafael había sido una fachada, una estrategia para manipularla y utilizarla como una pieza en su juego de poder y dinero.

Pero la revelación más aterradora estaba aún por llegar. Un día, mientras revisaba los documentos encontrados en el sótano, Patricia comenzó a descubrir la verdad detrás de la casa y la conexión con la desaparición de otras personas. En el fondo, su esposo y su prima habían tramado mucho más que una simple estafa. Utilizaron la casa como un refugio para ocultar sus crímenes, y al parecer, la casa estaba imbuida con una fuerza oscura que ahora la perseguía.

La presencia de la mujer del vestido blanco, la “señora” que visitaba a Robin, no era un simple espíritu errante. Era el eco de todas las personas que Rafael y Raquel habían destruido para construir su imperio corrupto. La casa, aunque parecía un refugio, era en realidad un lugar donde se guardaban los secretos de aquellos que habían sido sacrificados, tanto física como moralmente, para la ambición de los Meléndez.

Con el paso del tiempo, Patricia comenzó a desentrañar la red de mentiras que su exmarido había tejido alrededor de su vida. La casa del Bosque, lejos de ser un refugio, era la clave para comprender la magnitud de la traición y el sufrimiento que había sufrido. La señora del vestido blanco le había mostrado el camino, y ahora, con el libro rojo en sus manos, Patricia entendía que su lucha no era solo por su hijo y su supervivencia, sino por hacer justicia.

A pesar del terror que la envolvía, Patricia se armó de valor. Enfrentó a aquellos que habían intentado destruir su vida, y aunque la casa seguía siendo un lugar oscuro y peligroso, era el único refugio que le quedaba. En las sombras de esa mansión, Patricia encontró algo más que secretos: encontró su fortaleza y el deseo de exponer la verdad, sin importar los riesgos.