Fernando Casanova: De la gloria al declive de una leyenda del cine mexicano
Fernando Casanova, uno de los actores más emblemáticos de la época dorada del cine mexicano, tuvo una carrera prolífica que abarcó casi 200 películas, convirtiéndose en una figura imprescindible en la historia del cine nacional. Desde su adolescencia, Casanova soñó con convertirse en torero, pero un accidente en la arena de Ciudad de México cambió su destino para siempre. Después de abandonar los ruedos tras una cornada en su pierna derecha, se adentró en el mundo del cine en 1946, comenzando con pequeños papeles secundarios y como extra en filmes como La diosa arrodillada y Piel canela.
A partir de 1954, su carrera despegó cuando protagonizó El águila negra, marcando el inicio de su consolidación como un actor destacado. Durante la década de 1960, se convirtió en un referente del cine de acción mexicano, participando en westerns mexicanos junto a otras grandes figuras como Mario Almada y Antonio Aguilar. En el apogeo de su carrera, su imagen de héroe de acción fue complementada con una gran admiración hacia otros actores de la época, como Pedro Infante, con quien compartió el escenario en Escuela de vagabundos en 1954, una película que se convirtió en todo un éxito. Su admiración por Infante era tan profunda que, al enterarse de su muerte, Casanova llegó a declarar que hubiera preferido haber sido él quien muriera en lugar de Infante.
Sin embargo, a medida que la fama y el éxito llegaron, también lo hicieron las sombras. A finales de la década de 1960, Casanova comenzó a luchar contra las adicciones al alcohol y las drogas. Influenciado por su entorno, y especialmente por su relación con Antonio Bad, su vida personal y profesional comenzó a deteriorarse. Para finales de los años 70, sus problemas de adicción y su aumento de peso lo alejaron de las cámaras. La falta de puntualidad y la creciente dependencia de las sustancias lo hicieron aún más vulnerable, y su vida personal alcanzó puntos críticos cuando su esposa lo encontró en varias ocasiones durmiendo en las calles.
En un último intento por recuperar su dignidad, su esposa lo internó en un centro de rehabilitación. A pesar de dos recaídas, Casanova logró recuperarse, pero el costo fue alto. Después de su recuperación, su esposa, María Gunan, le pidió el divorcio, lo que dejó al actor en un estado emocional aún más frágil. En 1990, Casanova hizo un regreso al cine con películas relacionadas con el crimen, pero ya no era el hombre que una vez fue. La crítica seguía siendo dura con su trabajo, a pesar de sus esfuerzos por mejorar su técnica a través de clases de actuación.
A pesar de todo, Casanova nunca abandonó su amor por el cine. En 2010, tras casi dos décadas de estar con María Gunan, finalmente formalizaron su relación con el matrimonio, buscando asegurar la estabilidad legal y emocional de su familia. Fue una medida tomada también para proteger su patrimonio y evitar que su herencia fuera disputada, como ocurrió con otros casos de la época. Su última aparición en el cine fue en 2007, a los 82 años, cuando participó en la película La estampa de Escorpión. Después de esa película, Casanova se retiró de las pantallas, cerrando con dignidad una carrera llena de altibajos.
Fernando Casanova, además de ser una figura clave en el cine, también invirtió en diversos negocios, incluyendo tintorerías en México, que le aseguraron una estabilidad económica considerable. Sin embargo, su vida personal siguió marcada por las tragedias. Tras una larga lucha contra complicaciones pulmonares y un cáncer de próstata, la salud de Casanova se fue deteriorando. Su última caída fue causada por un trágico descuido: al mezclar su tratamiento de cáncer con un suplemento de hierbas, su medicación perdió efectividad en un momento crucial, lo que aceleró su declive.
Fernando Casanova falleció el 16 de noviembre de 2012, dejando un legado invaluable en el cine mexicano. Su vida, llena de luces y sombras, es un recordatorio de la complejidad de la fama y la lucha constante por mantener la estabilidad en medio de la adversidad. Aunque su carrera en el cine fue exitosa y marcó a generaciones de mexicanos, su vida personal fue un reflejo de las dificultades que muchos artistas enfrentan detrás de las cámaras.
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