María Rojo: Una vida marcada por la lucha y la pasión

María Rojo, una de las actrices más icónicas y queridas de México, ha sido testigo y protagonista de una de las trayectorias más impresionantes del cine, teatro y televisión mexicano. Su carrera, que abarca más de cinco décadas, no solo está plagada de éxitos, sino también de retos personales y profesionales que la han moldeado como una mujer de gran resiliencia y pasión.

Nacida el 15 de agosto de 1943, María Rojo llegó al mundo con una historia que marcaría el tono de su vida. Su madre, Águeda Inchaustegui, logró que naciera el día de las Marías, tras un parto prematuro, un augurio quizás de la fuerza con la que enfrentaría la vida. Desde pequeña, María enfrentó dificultades. La ausencia de su padre y las dificultades económicas se convirtieron en parte de su realidad, mientras que la salud de su hermana, quien padecía polio, sumaba más dificultades. Sin embargo, a pesar de este contexto familiar complicado, María nunca se dejó vencer. En lugar de ser definida por la tristeza y la falta de un padre, encontró en el teatro una vía de escape y expresión.

La niñez de María estuvo marcada por un desafío adicional: la dislexia, que dificultaba su aprendizaje y le causaba rechazo entre sus compañeros. A pesar de las dificultades, María nunca se dio por vencida. De hecho, más que un obstáculo, supo transformar su condición en una herramienta que la impulsó a superarse. Recordando cómo su madre la calificaba de “tonta” debido a sus dificultades para aprender a leer, María hoy se ríe de esas anécdotas, mostrando su capacidad de encontrar humor en lo que, en su momento, pudo haber sido una barrera.

Fue a los 8 años cuando descubrió su verdadera pasión por la actuación. Su maestra Berta Prado la introdujo al mundo del teatro, y rápidamente María comenzó a brillar. Con apenas 10 años, ya era una estrella infantil en el programa de televisión “Teatro Fantástico”, donde interpretaba el personaje de Chiquiri, un rol que la catapultó a la fama. A lo largo de su carrera, María Rojo demostró una versatilidad impresionante, y se fue ganando el reconocimiento tanto en teatro como en cine.

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Su transición al cine se produjo a una edad temprana, y a los 18 años decidió formalizar su carrera en la Universidad Veracruzana, donde estudió bajo la dirección de Manuel Montoro. Su primera incursión en el cine fue en 1956, con un papel en Besos Prohibidos, pero serían títulos como El Apando y Rojo Amanecer los que realmente consolidarían su estatus como una de las grandes actrices de México. En El Apando (1975), interpretó un papel que le permitió explorar la complejidad de su ser, e incluso tuvo que filmar su primera escena desnuda, lo cual no le resultó incómodo gracias a su educación liberal.

Sin embargo, fue Rojo Amanecer (1989), dirigida por Jorge Fons, la película que marcó un antes y un después en su carrera. Esta obra, que retrataba los trágicos sucesos de la masacre de Tlatelolco de 1968, tocó una fibra muy personal en María, quien había vivido ese evento de cerca. En esa película, además de hacer frente a la censura, logró rendir homenaje a los caídos y a la lucha social que marcó a una generación.

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A lo largo de su carrera, María ha trabajado con algunos de los más grandes directores y actores mexicanos. Sus roles en películas como María de mi Corazón y Danzón (1991) la posicionaron como una de las figuras más queridas y respetadas de la cinematografía nacional. Aunque sus papeles eran complejos y a menudo oscilaban entre lo dramático y lo romántico, María se destacaba por una particularidad: su capacidad de transmitir las emociones más profundas, muchas veces nacidas de sus propias vivencias de dolor, abandono y lucha.

A pesar de su éxito profesional, la vida personal de María Rojo ha estado marcada por varios altibajos. A los 17 años, se casó con el actor Enrique Esquivel, pero el matrimonio fue breve. Sin embargo, fue con Juan de Dios Núñez con quien encontró el amor verdadero, teniendo con él a su hijo Santiago, quien se convirtió en su mayor apoyo y fuente de inspiración. Además, María también vivió el trauma del movimiento estudiantil de 1968, cuando fue testigo de la violencia en Tlatelolco, lo que dejó una huella profunda en su vida y perspectiva.

En sus años más recientes, María ha continuado trabajando en cine y televisión, pero también se ha aventurado en la política, donde ha sido diputada y senadora. Su carrera política ha sido tan apasionada como su carrera artística, y ha abogado por leyes que promuevan el cine mexicano y las artes en general. A pesar de las críticas que recibió por su incursión en la política, María siempre ha sido clara al señalar que su vocación fue siempre el servicio público, un compromiso que la llevó a apoyar a los movimientos sociales y culturales de su país.

Hoy, con más de seis décadas de carrera, María Rojo sigue siendo una de las grandes figuras de la cultura mexicana. Su vida, marcada por desafíos, pero también por la superación, nos deja una lección de resiliencia y pasión. A lo largo de los años, ha demostrado que el arte y la vida pueden entrelazarse de tal manera que uno puede sanar, transformar y trascender.