Mariano Escobedo: El General Olvidado que Derrotó un Imperio

Cuando se habla de los grandes generales que marcaron la historia del México decimonónico, nombres como Francisco Villa y Álvaro Obregón suelen acaparar la atención. Sin embargo, antes de estos íconos de la Revolución Mexicana, existió otro líder militar cuyas hazañas fueron igualmente significativas, aunque su legado ha sido opacado por el paso del tiempo. Ese hombre fue Mariano Escobedo, un general cuya valentía, astucia y lealtad a la patria lo convirtieron en una figura esencial en la historia de México.tv

Mariano Escobedo nació el 16 de enero de 1828 en la misión de San Pablo de los Labradores, ubicada en lo que hoy es el municipio de Galeana, Nuevo León. Hijo menor de seis hermanos, Escobedo creció en una familia que se dedicaba a la agricultura. Su padre, un hombre estricto y disciplinado, limitó la libertad de Mariano, quien era conocido por su gusto por las fiestas, el alcohol y por ser algo indisciplinado. A pesar de su naturaleza rebelde, logró aprender a leer y escribir gracias a una profesora local, lo que le permitió empezar a forjar su futuro.

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La vida de Mariano Escobedo daría un giro importante cuando, durante la invasión estadounidense de 1846, decidió tomar las armas para defender a México. A pesar de ser novato en el campo militar, se unió al ejército del general Pedro de Ampudia, y enfrentó al experimentado general Taylor, quien comandaba a las fuerzas estadounidenses. Escobedo demostró su valentía y habilidad en el campo de batalla, logrando capturar prisioneros norteamericanos y entregarlos al gobierno mexicano.tv

Después de la guerra con Estados Unidos, Escobedo regresó a su hogar en Nuevo León, pero no tardaría en volver a la lucha. En 1854, tras un levantamiento contra el presidente Antonio López de Santa Anna, se unió a las fuerzas del general Juan Álvarez, comenzando así su carrera militar que lo llevaría a destacarse en la contienda entre liberales y conservadores. En este período, Escobedo entablaría una amistad con Ignacio Zaragoza, quien más tarde sería su compañero en la lucha contra la intervención francesa.

En 1862, Mariano Escobedo participó en la Batalla de Puebla, un hito importante en la defensa de México contra las tropas invasoras. Aunque no salió victorioso en todos los enfrentamientos, su determinación y destreza le valieron un creciente reconocimiento. Un año después, tras ser capturado en el sitio de Puebla, Escobedo escapó y regresó al campo de batalla, donde nuevamente se unió a las fuerzas republicanas para luchar contra los franceses.

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Escobedo tuvo una participación decisiva en la derrota del Imperio de Maximiliano. A finales de 1866, ya como general de división, comandó al ejército del Norte, obteniendo victorias cruciales en batallas como Santa Isabel en Coahuila y Santa Gertrudis en Tamaulipas, lo que debilitó gravemente las fuerzas imperialistas. Su estrategia y liderazgo fueron determinantes en la caída del imperio, y en marzo de 1867, comenzó el sitio de Querétaro, donde las tropas republicanas, bajo su mando, sitiaron la ciudad donde Maximiliano y sus generales se encontraban atrincherados.

Finalmente, el 15 de mayo de 1867, las fuerzas de Escobedo entraron en Querétaro, y Maximiliano fue capturado. Aunque la famosa imagen de Maximiliano entregando su espada no muestra a Escobedo como el protagonista, el general desempeñó un papel clave en este episodio histórico. Tras la captura del emperador, Escobedo se aseguró de que el juicio se realizara conforme a la ley, a pesar de las complicadas circunstancias, debido a su deuda de honor con el general imperialista Tomás Mejía.

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Tras la caída del imperio, Escobedo continuó su carrera política y militar, pero su protagonismo comenzó a decaer. Aunque fue nombrado gobernador de San Luis Potosí y participó en el gobierno de Benito Juárez, Mariano nunca mostró ambición por el poder, a diferencia de otros líderes de la época como Porfirio Díaz. En 1876, durante la lucha de Tuxtepec, Escobedo se enfrentó nuevamente a Díaz, pero fue derrotado.

Mariano Escobedo pasó sus últimos años en una casa en Tacubaya, Ciudad de México, viviendo tranquilamente con su familia. Falleció el 22 de mayo de 1902, sin saber que años después, el país se sacudiría con la Revolución Mexicana, un proceso que relegaría aún más su figura a un segundo plano.

Escobedo fue un hombre de campo que, con valentía y honor, contribuyó decisivamente a la victoria republicana sobre el imperio de Maximiliano. Su legado, aunque opacado por otros nombres más conocidos, es fundamental para entender el proceso que llevó a la consolidación de la República Mexicana.