Ana Colchero, una de las figuras más destacadas de la televisión mexicana en la década de los 90, dejó una huella imborrable en el público con su extraordinaria interpretación en la emblemática telenovela Alondra. Sin embargo, su abrupto retiro del mundo del espectáculo dejó a muchos con una serie de preguntas sin respuesta. ¿Qué sucedió realmente con la actriz? Durante años, circularon rumores sobre su retiro, algunos especulaban que un hombre poderoso la había obligado a dejar la fama, mientras que otros afirmaban que había tenido una relación con un líder zapatista durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari. La verdad, sin embargo, se mantuvo oculta hasta que, a los 56 años, Ana finalmente rompió el silencio y reveló los motivos detrás de su desaparición.

Para comprender el contexto de su decisión, es necesario revisar los eventos que marcaron su vida. Ana nació el 10 de febrero de 1960 en Veracruz, México, en el seno de una familia de inmigrantes españoles. Desde su niñez, estuvo rodeada de arte, especialmente influenciada por su padre, un reconocido actor que dedicaba su tiempo libre a crear personajes para el teatro. Esta cercanía con el arte escénico despertó en Ana una pasión que la impulsó a seguir el camino de la actuación. Sin embargo, en su juventud, Ana se vio tentada a estudiar filosofía y letras, pero fue su padre quien la convenció de optar por una carrera más “práctica”. Finalmente, eligió la economía, una carrera que inició en la Universidad Autónoma Metropolitana, aunque sin abandonar su amor por la actuación. Mientras cursaba sus estudios, asistió a clases de teatro en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

La vida de Ana dio un giro inesperado cuando su familia se mudó a Francia debido a razones laborales. Frente a la decisión de quedarse en México para terminar su licenciatura o acompañar a su familia, Ana optó por unirse a ellos en París. Esta experiencia no solo enriqueció su formación académica, sino también su desarrollo artístico. Al regresar a México, retomó sus estudios en economía, pero la actuación seguía siendo su verdadera pasión. Fue a los 19 años cuando su belleza y carisma natural la llevaron a ser descubierta por un director, quien la introdujo al mundo de las telenovelas. Su primer trabajo fue en la serie Los años perdidos y, poco después, debutó en el cine con Sangre eterna.

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Pero fue en 1993 cuando su carrera alcanzó su punto más alto con la telenovela Corazón salvaje, un proyecto que la catapultó al estrellato. Aunque inicialmente otra actriz había sido seleccionada para el papel principal, las tensiones dentro del elenco llevaron a que Ana asumiera el rol, superando todas las expectativas y convirtiendo la producción en uno de los mayores éxitos de la época. Este éxito le permitió obtener su primer protagónico en La hija del jardinero, una telenovela que consolidó su lugar como una de las actrices más queridas de Televisa. En ese momento de auge profesional, Ana también diversificó sus intereses, invirtiendo en un restaurante argentino que se convirtió en una fuente sólida de ingresos.

A pesar de su éxito en la pantalla y de contar con miles de admiradores, Ana encontró el amor en Mauricio Pecoraro, un antiguo compañero de estudios. Sin embargo, la relación enfrentó dificultades, especialmente debido a los problemas de Ana para concebir, lo que derivó en el fin de su vínculo con él. Aunque continuó su carrera en Televisa, una nueva propuesta la llevó a aceptar un papel en Nada personal, una producción de TV Azteca, la competencia directa de Televisa. A pesar de que el programa alcanzó altos niveles de audiencia, su participación fue breve, ya que la producción le pidió que modificara su personaje, lo que Ana rechazó. Esta negativa llevó a su reemplazo por Christian Bach y, tras un largo proceso legal, Ana salió victoriosa en su demanda contra TV Azteca.

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A pesar de este triunfo legal, Ana fue prácticamente excluida de la industria televisiva mexicana. Decidió entonces mudarse a España, donde se alejó del ojo público y dejó atrás su carrera como actriz. En España, Ana continuó su carrera artística, pero esta vez como escritora. Su amor por la literatura, que había cultivado durante años, se convirtió en su nueva pasión. Ana escribió varias novelas, como Entre dos fuegos (2006), Los hijos del tiempo (2012) y Nacemos muertos (2013). A pesar de la fama que alcanzó como actriz, Ana encontró en la escritura su verdadera vocación, y en una entrevista, comentó que estaba feliz de que la gente ya no la recordara como la estrella de telenovelas, sino como autora.

El retiro de Ana del espectáculo no solo fue una decisión personal, sino también una respuesta a sus convicciones. Durante su tiempo en Perú, trabajó en causas sociales y se involucró en la lucha contra la globalización y las injusticias, colaborando activamente con el subcomandante Marcos. Su activismo social la llevó a apoyar las comunidades indígenas en Chiapas y a crear conciencia sobre la violencia de género.

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Hoy en día, Ana vive una vida tranquila y sencilla, disfrutando de su faceta como escritora y activista. Lejos de los reflectores, ha encontrado la paz y la satisfacción en su nuevo camino. Como ella misma lo expresó, “mi vida es bastante aburrida”, pero esa tranquilidad es la que le permite seguir trabajando en sus libros y en sus proyectos de impacto social. En resumen, el retiro de Ana Colchero del mundo de la televisión no fue un adiós definitivo, sino el comienzo de una nueva etapa de introspección, escritura y activismo, donde encontró su verdadera felicidad.