Cada Noche Mi Hija Dice ‘Hay Alguien en el Techo’, Y Cuando Me Di Cuenta de Lo Que Sucede, Mi Corazón Se Rompió en Mil Pedazos

 

A principios de octubre, mi hija de 10 años y yo nos mudamos a una pequeña casa de renta. Es una casa de un solo piso con un pequeño ático utilizado solo para almacenamiento—definitivamente no un lugar donde alguien pudiera vivir. Rente esta casa porque está cerca de la escuela de mi hija, lo que hace más conveniente el dejarla y recogerla. Cuando junte suficiente dinero, planeo rentar un lugar más grande.

 

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Cuando nos mudamos, mi hija parecía emocionada con la casa. Era pequeña pero ordenada, y ella incluso tenía su propio cuartito mientras yo dormía en la sala. Sin embargo, un mes después de instalarnos, ella comenzó a expresar su incomodidad, diciéndome que ya no quería vivir allí. Después de insistir, finalmente confesó:

“Mamá, hay alguien en el ático. Me da miedo.”

Lo tomé a la ligera, tratando de tranquilizarla.

“No hay nadie allá arriba, cariño. Solo estamos tú y yo aquí. No te preocupes.”

“¡Pero sí hay alguien, mamá! Me están mirando desde allá arriba. Me da mucho miedo.”

No tomé sus palabras en serio. Yo misma había revisado el ático antes de rentar la casa—estaba limpio y había guardado algunas cosas allí. Además, no hay una escalera para subir al ático; necesitaría usar una escalera portátil para acceder. Con la casa asegurada cuando salimos, no había forma de que alguien pudiera entrar.

Miedos Crecientes

A pesar de mis intentos por tranquilizarla, mi hija seguía mencionando al “alguien en el ático” los días siguientes.

“Mamá, ¡de verdad vi a alguien allá arriba! En la noche, cuando voy a tomar agua, me están mirando. Por favor, ¿podemos mudarnos a otro lugar?”

Para calmar sus temores, decidí tomar una escalera y revisar el ático nuevamente. Como esperaba, no había nada—nadie escondido, ni señales de disturbios. Para tranquilizarla aún más, incluso instalé una cámara de seguridad para monitorear el ático. Las grabaciones no mostraron absolutamente nada extraño.

Convencida de que el problema era solo la imaginación de mi hija, decidí profundizar más en sus preocupaciones.

La Verdad Revelada

Una tarde, la senté para una conversación seria.

“Cariño, revisé el ático y no hay nadie allí. Mira, aquí están las grabaciones de la cámara—todo está bien. Ya no tienes que preocuparte. Cuando junte suficiente dinero, nos mudaremos a otra casa, ¿ok?”

“¿Podemos mudarnos ya, mamá? Ya no quiero vivir aquí.”

“No podemos mudarnos de inmediato. No tengo suficiente dinero y ya pagué seis meses de renta por este lugar. Tendremos que esperar.”

“Entonces, ¿por qué no regresamos a nuestra antigua casa con papá? Así no tendríamos que pagar renta y podríamos estar con él.”

Sus palabras me dejaron sin aliento.

“¿Es por eso que inventaste la historia sobre alguien en el ático?”

Ella dudó, luego asintió, con lágrimas en los ojos.

“Sí, mamá. Mentí porque no quiero que tú y papá vivan separados. Quiero que seamos felices juntos como antes. Esta casa tiene una recámara para mí, pero no se siente cálida como nuestra casa vieja. Y no tiene a papá.”

La abracé con fuerza mientras lloraba.

“¿Por qué no podemos vivir todos juntos otra vez, mamá? Le voy a decir a papá que deje a su novia y que te ame como antes. Por favor, mamá, no te divorcies. Quiero vivir con los dos en nuestra casa vieja, no en otro lugar.”

Su súplica me rompió el corazón. Finalmente entendí por qué había inventado la historia—era su manera de expresar su anhelo por la vida familiar que una vez tuvimos. Mi corazón se partió por ella, pero la reconciliación con su padre parecía imposible.

El Impacto de la Separación en los Niños

Nadie sufre más por la separación de los padres que los niños. Perder el sentido de una familia completa puede robarles la seguridad emocional, llevándolos a sentir inestabilidad y tristeza. Muchos niños se culpan por la separación de sus padres, creyendo que son los responsables. La ausencia de uno de los padres puede afectar su desarrollo psicológico, dejando cicatrices duraderas.

Como madre, me siento profundamente dividida. Quiero proteger a mi hija del dolor, pero también sé que permanecer en un matrimonio roto no es la solución. Por ahora, estoy buscando la mejor manera de ayudarla a sanar y ajustarse a nuestra nueva realidad.